miercoles 16 de mayo de 2007
Lo que Daimler no pudo...
POR FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA
La capacidad alemana llegó con jactancia en auxilio de la norteamericana Chrysler hace menos de diez años, para retirarse ahora con discreción. La tercera compañía automovilística «made in USA», agonizante pese al factor Iacocca, autor de un tratamiento de choque que no sacó la firma de la crisis, ni con el compromiso del Gobierno federal norteamericano, que prestó dinero por patriotismo industrial: un dinero devuelto luego con fanfarria, pero que sólo sirvió para aplazar los problemas y dar mal ejemplo.
Finalmente fue la poderosa Daimler-Benz, fabricante de Mercedes, la decidida a evitar el colapso de Chrysler, con la creación de un nuevo gran grupo mundial del automóvil resultado de una alianza atlántica que querían ampliar con algún otro socio asiático. No ha pasado una década y del proyecto no queda nada más que frustración y el alivio de salir, como los malos navegantes que tienen dos momentos felices en su aventura, cuando compran el yate y cuando le venden.
Daimler comprometió 36.000 millones de dólares en una de las fusiones más espectaculares de la época, y ahora se va por la puerta de atrás a cambio de 7.400 millones de dólares y desvinculación de los 18.000 millones de dólares que suponen los costosos compromisos de pensiones y de seguro de salud de los empleados de Chrysler.
La tecnología de Mercedes no ha sido suficiente para poner en rentabilidad a Chrysler. Esta industria requiere tecnología y otras capacidades imprescindibles en el primer mercado del mundo. Invertir en ese mercado está solo al alcance de gentes muy hábiles y muy capaces. Quizá habilidades que sólo tienen los nuevos asiáticos, especialmente los chinos. El nuevo salvador de Chrysler es un fondo de inversión, dedicado a industrias manufactureras, con nombre inquietante Cerberus (mastín de varias cabezas y una serpiente como cola) que lleva como gestor ¡un alemán!, Wolfgang Berhard, que reestructuró sin compasión Chrysler, y luego Volkswagen, y que ahora andaba desocupado. Los poderosos sindicatos americanos, resignados, los de General Motors y Ford, alertas. Y aquí, los de Delphi (una empresa que Cerberus rechazó) a su aire.
martes, mayo 15, 2007
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