miercoles 16 de mayo de 2007
El presidente es él
POR EDURNE URIARTE
La democracia, tan joven, también tiene sus anacronismos. Como la figura de las primeras damas y, ahora, de los primeros caballeros. Aunque lo hagan tan bien como el caballero de Angela Merkel, resultan igual de incongruentes que ellas en muchos de los paisajes democráticos. Pero aún existe un anacronismo peor, que es el de la inmensa hipocresía urdida alrededor de la estabilidad matrimonial de los presidentes.
La hipocresía está construida entre todos, la sociedad, los medios de comunicación y los mismos políticos. No sé si la reconciliación de Nicolas y Cecilia Sarkozy es una representación para las elecciones, como tantos sugieren, y el hecho de que ella ni siquiera le votara en la segunda vuelta, otra prueba de la mentira. Pero, si lo es, los culpables están muy repartidos. Sarkozy por montar esa comedia; algunos medios, por exigir primeras damas para respetar a los candidatos; y algunos ciudadanos, por ligar la estabilidad matrimonial al buen desempeño de las tareas políticas.
Si los Sarkozy están enamorados, el presidente será un hombre mucho más feliz, pero no necesariamente un mejor presidente. No está acreditado que la felicidad aumente la inteligencia o la capacidad política. Tampoco quiero llegar tan lejos como esa teoría según la cual la creatividad es producto del sufrimiento, pero sí a la obviedad de que la estabilidad matrimonial y/o la felicidad no tienen nada que ver con los aciertos al frente de la República.
El presidente de Francia es Sarkozy, y si Cecilia le quiere o le aborrece no es asunto que afecte a la democracia, ni a la República, sino tan sólo a su intimidad.
martes, mayo 15, 2007
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