miércoles, mayo 16, 2007

Las patas de la mentira

jueves 17 de mayo de 2007
Las patas de la mentira
Cuando hace tres días escribía en estas páginas que el conocimiento de las mentiras de Zapatero en el montaje ANV y en toda la negociación con ETA debería llevar a una crisis de gobierno en una democracia madura, sabía que esa crisis era altamente improbable. Porque la democracia española, a pesar de su madurez, arrastra un acusado déficit de principios en lo que a tratamiento del terrorismo se refiere. Y sin principios fuertes, la mentira tiene una limitada trascendencia política.
Zapatero se cree completamente impune en este escándalo y ni siquiera se ha sentido obligado a dar explicaciones porque su mentira no sólo se sostiene en él mismo. Tiene al menos otras dos patas. Primero, la de los partidos nacionalistas que le apoyan. Para todos ellos, el problema no es que ANV sea un instrumento de ETA, que el Gobierno lo supiera y que hasta lo negociara con ETA. El problema es el contrario, que el Gobierno ceda a ETA menos de lo que debiera.
El «pacto antiterrorista» que Imaz acaba de proponer no es tal pacto sino un pacto para la negociación con ETA, que es exactamente lo que Zapatero propuso el martes en Vitoria. A cambio del fin de los atentados, negociación sobre otro marco político, con los partidos y con ETA. Que la negociación sea secreta, que siga después del 30-D o que se vulnere la ley con ANV son cuestiones superficiales, puramente formales, para los nacionalistas.
Y para la otra pata de esta mentira que es ese sector de la izquierda, toda la extrema, con IU al frente, y parte de la socialista, que cree a ETA producto de un extremismo no tan lejano a ellos mismos con el que hay que negociar y, quizá, en un futuro no muy lejano, hasta pactar para formar gobiernos.
La nueva mentira del Gobierno sobre la participación electoral de ETA es parte de un inmenso juego de hipocresía practicado por todos estos sectores desde que montaran aquella representación parlamentaria para dar aval a la negociación con ETA. Apoyaron una negociación política aunque luego la disfracen de todo tipo de subterfugios lingüísticos porque hasta ellos saben que es democráticamente impresentable.

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