miercoles 16 de mayo de 2007
La lealtad según Zapatero
TAL como se había anunciado, Rodríguez Zapatero habló ayer en Vitoria sobre las candidaturas de ANV, en su primera referencia al «proceso» vasco durante la campaña electoral. El líder socialista sigue a lo suyo. Es una falsedad de grueso calibre asegurar que la ley de Partidos se está cumpliendo escrupulosamente, sin excesos y defectos. En realidad, el presidente del Gobierno es el único responsable de que la nueva «marca» electoral de ETA participe en los próximos comicios. Sus palabras de ayer ante los candidatos del PSE sólo se explican por la decisión de huir hacia adelante, con el empeño inútil de presentarse ante la sociedad española como un hombre de Estado que hace frente a los extremistas de uno y otro signo. Aunque pretenda evitar que su figura se identifique con la ruptura del Pacto Antiterrorista y con la «relegalización» de los secuaces de ETA con uno o con otro nombre, los ciudadanos saben muy bien quién ha tomado esa decisión que refuerza a la izquierda abertzale y rompe la unidad de acción de los demócratas contra el terrorismo. En ese contexto, suena a sarcasmo que el presidente exija lealtad al PP cuando lleva toda la legislatura tratando de aislar a la oposición, pactando con partidos antisistema y permitiendo la quiebra del Estado de Derecho ante las exigencias de ETA. El PP ha sido y es profundamente leal a la Constitución, y no es Rodríguez Zapatero el personaje más apropiado para hacerle reproches en este terreno. Otra cosa es que el Gobierno pretenda obtener un cheque en blanco para cambiar el modelo territorial y buscar un acuerdo «como sea» en el País Vasco, al servicio de sus intereses de partido.
Zapatero no dijo nada nuevo en Vitoria, limitándose a pedir con la boca pequeña a los radicales un compromiso contra la violencia, con una retórica que ya no engaña a nadie. Al tiempo, Fernández Bermejo hacía méritos utilizando metáforas de gusto muy dudoso al afirmar que el PP debe tomar laxantes contra el «estreñimiento mental». No es éste el lenguaje propio de un ministro de Justicia, que debería reflexionar seriamente sobre el fracaso del Estado de Derecho por la actitud intolerable de Conde-Pumpido en relación con ANV y sobre los reproches de los jueces a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado en la impugnación de esas candidaturas. El caso es que Zapatero pretende tapar sus concesiones al entorno de ETA con palabras grandilocuentes que nadie se va a creer. El objetivo último es -una vez más- descalificar a la oposición, como si Mariano Rajoy fuera el culpable por denunciar una política de concesiones que sólo beneficia a los enemigos de la España constitucional. Si eso es todo lo que Zapatero tenía que decir sobre el «proceso», podría haberse callado, porque ahora ETA y sus socios se sentirán todavía más seguros que antes.
martes, mayo 15, 2007
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