lunes, diciembre 18, 2006

Luisa Garcia Gil, Ocurrio en la Via de la Plata

lunes 18 de diciembre de 2006
LUISA GARCÍA GIL
al otro lado
Ocurrió en la Vía de la Plata
Quiero imaginarme la cara de cualquier turista de la Europa culta que animado por la señal de Autovía Madrid-A Coruña decida como yo aventurarse a visitar un pueblo anunciado como conjunto de interés histórico llamado Alija del Infantado. El pueblo, con castillo-palacio, plaza porticada y dos iglesias además de manantial aguas medicinales promete desde el anuncio del borde de carretera un disfrute para los sentidos del viajero curioso y entregado a las excursiones culturales.
La primera sorpresa fue descubrir un importante conjunto de bodegas excavadas en la ladera de arcilla de las afueras del casco urbano. Curiosamente en la entrada de Alija se anuncia como algo extraordinario la urbanización del Cuartel de la Guardia Civil, pero no el conjunto etnográfico de las bodegas. Dicho conjunto, que entiendo que no está protegido pese a su singularidad como grupo de construcciones adjetivas agrícolas y pese a su importancia y gran belleza, está invadido por construcciones modernas literalmente montadas sobre las bodegas.
El anunciado manantial de aguas medicinales está colgado de un murallón de canto rodado tomado con cemento en cuya parte superior se halla el pobre manantial desangelado al que se accede a través de sendas escaleras laterales al estilo de la Plaza de España de Roma en versión canto rodado.
Pensando que esto era un lapsus y que el conjunto anunciado en la carretera sería merecedor de mi desvío, me puse a dar vueltas buscando la plaza porticada, el castillo Palacio de los Infantes etc? Es difícil describir con palabras el panorama de incultura y destrucción.
El castillo, ha sido recompuesto y no es si no un decorado de cartón piedra como los de aquellas películas de Samuel Bronston. Han rehecho las almenas y saeteras en granito pulido y marcado las fajas de los muros con chapas del mismo material. La plaza es un conjunto de arquitectura estilo ramplón con soportales de columnas de ladrillo recebado y, por supuesto, no tiene nada que ver con el conjunto de las típicas antiguas casas con pilares de madera y balconeras en planta primera tan típicas de las plazas porticadas de Castilla y León.
El espacio público central es un solar desangelado que, por cierto, ha sido enlosado con pavimento de acera de ciudad en terrazo blanco y rojo. Tan sólo la iglesia del Verísimo del siglo XIII se ha librado de la Operación Renove.
Es lamentable la falta de control sobre nuestro patrimonio, pues dudo mucho que arquitectos de la Consejería de Cultura de Castilla y León hayan podido supervisar semejante desastre, pero entonces, ¿cualquiera puede ponerse a reconstruir un castillo del s. XV?, ¿cualquiera puede intervenir en un conjunto de interés histórico sobre la vía de la Plata? ¿Cómo no están documentados y a posteriori protegidos conjuntos etnográficos como las bodegas excavadas en las laderas? ¿Cómo? ¿Cómo?
Este no es un caso aislado, la desgracia es que éramos uno de los países de Europa con mayor potencial para desarrollar la pujante industria del turismo cultural, la realidad es que Dios le da pan al que no tiene dientes.

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