viernes 18 de agosto de 2006
La Iglesia vasca y el perdón
Miguel Ángel Loma
E L bueno de Monseñor Blázquez, obispo de Bilbao, en la homilía pronunciada con motivo de la fiestas del quince de agosto, ha pedido a través de la intercesión de la Virgen de Begoña que «el Señor conceda a los terroristas el valor para pedir perdón a quienes han sido víctimas de sus acciones». Esta solicitud, loable y lógica en un obispo, equivale en la práctica a la demanda de un milagro de los gordos, ya que significaría cambiar el corazón de todo un colectivo y no sólo de un individuo; un colectivo sobre el que sospecho que Monseñor Blázquez carece de influencia y, menos aún, tratándose de un obispo que padece el estigma de no ser vasco. No obstante, y dejando al margen la posibilidad del milagro (que ojalá se produjera) conviene tener en cuenta que, de nada serviría una mera petición de perdón, si quien la realiza carece de un sincero arrepentimiento; sentimiento éste que parece muy ausente del ánimo de los etarras si atendemos a sus habituales manifestaciones, tanto de palabra como de obra. Pero entre quienes sí debiera tener cierta influencia Monseñor Blázquez es entre el clero y la feligresía de su diócesis; y una buena cosa sería que una parte importante de éstos, responsables directos de variados ejemplos de conducta anticristiana, pidiera perdón. Negarse a oficiar funerales por los asesinados o hacerlo a escondidas y de tapadillo; no estar al lado de los familiares de las víctimas ofreciéndoles apoyo, calor y consuelo; mirar para otro lado ante el ambiente hostil generado en sus pueblos contra tantos que han tenido que abandonar su tierra; convertir las iglesias en lugares inhóspitos para los perseguidos, a la vez que se cobijaba a los perseguidores; el hecho de que todavía haya quien, para cumplir el precepto dominical, tenga que salir fuera de su ciudad; no estar al lado de sacerdotes que han tenido que dejar sus parroquias presionados por el entorno criminal; contribuir a que se separen de la Iglesia muchos fieles asqueados por todo lo anterior, etc., etc., etc., ¿constituyen causa suficiente para pedir perdón? Conocida la cercanía, comunicación y connivencia de esta clase de clerigalla y feligresía catolicarra vasca con el personal de la ahora denominada «izquierda abertzale», quién sabe si al comenzar ellos pidiendo perdón por sus escandalosas acciones y omisiones, y por su ciega entrega al evangelio de Sabino Arana o al antiguo testamento de san Carlos Marx, se animaría alguno de los criminales a plantearse también el arrepentimiento. Aunque me queda la duda de si es mayor milagro que pidieran perdón éstos o aquéllos.
jueves, agosto 17, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario