jueves, junio 01, 2006

Rajoy tras el debate

El puntal

Rajoy tras el debate

2 de junio de 2006.

Ese "cainismo" oportunista que en momentos puntuales ha dividido al centro derecha y perjudicado sus intereses electorales, suele enseñar la "patita" cuando cree haber detectado, desde su más oscura e inquietante subjetividad, alguna insatisfacción política familiar. El reciente paso de Rajoy por la tribuna de oradores durante el debate sobre el Estado de la Nación ha generado cierta decepción entre algunos populares. Es cierto que Rajoy, un brillante parlamentario como ha demostrado en infinidad de ocasiones, no tuvo el martes su mejor tarde y él mismo lo ha reconocido, pero eso no justifica, de ninguna manera, que se hagan cábalas sobre su liderazgo en favor de otras opciones dentro del partido consideradas mas contundentes e inflexibles con el Ejecutivo socialista. Especular sobre este supuesto significa además un desmedido acto de insensatez y un enorme y torpe despropósito político que aleja al PP de su posible vuelta al Gobierno. Es ahora precisamente, ante una situación trascendente y grave como la que ha planteado Zapatero bajo la engañosa y perversa denominación de "proceso de paz", cuando más apoyos y estímulos de los suyos necesita Mariano Rajoy. Zapatero ha incumplido su promesa de que no hablaría con la ilegal Batasuna, está a punto de traspasar la línea roja que delimita el Estado de Derecho respecto a un partido terrorista, y Rajoy, por tanto, puede sentirse liberado y legitimado para romper la baraja. Esta nueva argucia "zapateril" le obliga a expresar públicamente el alcance y condiciones de su apoyo, en caso de que siga prestándoselo, a quien no es de fiar porque incumple la palabra con descaro. Y no es fácil ni cómoda su posición porque de ella dependerá que Zapatero, hábil, manipulador y fulero como viene demostrando, no le haga responsable del fracaso del "proceso", cuando termine estrellándose contra el muro de la realidad, o cómplice de las graves consecuencias políticas que del mismo van a derivarse. De momento la actitud de Rajoy revela prudencia, generosidad y sentido de Estado; principios que no están reñidos con la salvaguardia de la memoria de las víctimas ni con una firme negativa a cualquier concesión política a los terroristas.

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