viernes, junio 20, 2008

Lorenzo Contreras, La conquista de Valencia

viernes 20 de junio de 2008
La conquista de Valencia

Lorenzo Contreras
Ahora mismo, la actualidad política de España, si no ocurre algo espectacular en buen o mal sentido, viene marcada por la convención, cónclave o congreso del PP en Valencia. Y tal vez lo que más llama la atención, en medio de las desavenencias que se han producido en el seno de la formación que todavía preside Mariano Rajoy, es ese proyecto, con sabor a rancio, que los dirigentes de Génova, 13 han asumido para edificar un centrismo pseudos-reformista sobre las ruinas de tantas decepciones y nostalgias. Rajoy y su entorno pretenden lograr la puesta en marcha de esa novedad que a estas alturas constituye algo indefinido y confuso, como siempre ha ocurrido con todas las modalidades de centrismo.
El caso es que Mariano Rajoy despliega banderas reformistas que vagamente recuerdan los sueños de UCD, aquel partido confuso que acabó al final con Suárez, y con el propio partido, después de hacer posible una peligrosísima Constitución que cada día padecemos con mayor intensidad. Como es lógico Rajoy lo que pretende es encaramarse a una plataforma política diferencial menos ética que estética, y ya es mucho decir. El actual presidente del PP aspira a sucederse a sí mismo, a consolidarse como líder en el transcurso hacia esa meta que ahora pasa por Valencia como pasa el Turia, y, en definitiva, a confirmar el sabio dicho de Montesquieu: “El hombre está siempre más ávido de poder a medida que lo tiene más tiempo”.

Acosado por figuras políticas tan ávidas de poder como él mismo, o más todavía, Mariano Rajoy se encierra en Valencia con sus imaginarios incondicionales para venderles en nombre de un PP reformista una travesía del desierto medianamente confortable hasta que lleguen —si tocan— los idus tormentosos del año 2012.

En estos últimos meses ha intentado convencer a los suyos —o no tan suyos— de que el centro ideológico es lo que debe servir de bandera para plantar batalla al zapateril republicanismo laicista y vendepatrias que habitualmente se expende como “Gobierno de España”. Aunque en el fondo lo que al marianismo le interesa es un plan de exterminio político de rivales internos, una cierta memoria vuela hacia los tiempos de Aznar con su famoso “giro al centro”, que inmediatamente fue calificado, según recuerda Jaime Rodríguez-Arana en su ensayo “El espacio de centro” (2001), como “pura cosmética”.

A Rajoy le interesa fortalecerse políticamente con un equipo propio que frene además determinadas impaciencias y no le arroje por la borda de la nave antes de tiempo. El actual líder del PP no sólo quiere “ganar” en Valencia, sino también configurarse como el valor imprescindible para derrotar a Zapatero dentro de cuatro años.

Poco a poco percibe que los sentimentalismos de los devotos de María San Gil se están desvaneciendo. Incluso lo aparentemente más leales a su figura romántica de vasca española la han criticado con bastante dureza por su determinación de no asistir, al igual que Ortega Lara, al congreso de Valencia. Es lo que ha exteriorizado la poderosa presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Esperanza Aguirre, cuya actitud se orienta cada vez más a prescindir de la rémora política de “Santa María San Gil” si esta compañía le ocasiona hipotecas incómodas. Ya lo recordó Fraga: “La política hace extraños compañeros de cama”.

No sería demasiado audaz aventurarse a decir que Mariano Rajoy ha ganado de antemano esta primera batalla. Los intereses son los intereses. Y cuando el interés que predomina va asociado a la perspectiva de que al fondo se dibuja un segundo frente, a nada menos que cuatro años de distancia, cualquier pronóstico es prematuro. Rajoy, aburrido y nada fascinante, es una incógnita a plazo fijo.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=20/06/2008&name=contreras

No hay comentarios: