domingo, junio 01, 2008

German Yanke, Optimismo presidencial

lunes 2 de junio de 2008
Optimismo presidencial

Germán Yanke
No es lo mismo llamar al optimismo que generarlo y resulta un poco patético hacer lo primero cuando no se logra lo segundo. Sobe todo desde la presidencia del Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero, en el momento en que se ve obligado a buscar palabras que, evitando crisis, no resulten especialmente falsas, se ha convertido en un vendedor de optimismo. Si el vicepresidente Solbes desconfía de que se pueda mantener por el momento el superávit de las cuentas del Estado, el presidente dice que esperemos, que ya se verá. Si el crecimiento de la economía española se descuelga incluso de las previsiones gubernamentales, ya revisadas a la baja, Rodríguez Zapatero afirma que esperemos, que durante sus anteriores cuatro años de gobierno se ha terminado creciendo por encima de las previsiones. Si se palpa la amenaza del paro en la construcción y en otras actividades relacionadas, el presidente se pone de perfil y recuerda que la creación de empleo está en torno al 2% en el sector industrial. “El pesimismo no crea un puesto de trabajo”, resume el presidente.
Pero al presidente del Gobierno, aunque resultaría lamentable tener que acusarle de generar pesimismo, no le corresponde el papel de un padre bondadoso que quiere ocultar las dificultades económicas a la familia y se empeña durante la cena en quitar importancia a las cosas e insistir en que no es para tanto, que sólo hace falta esperar un poco, que hay un negocio a la vista, etc., etc. Ni tampoco tiene sentido que, aludiendo únicamente a los grandes números —y lo suele hacer con la ligereza propia del “optimismo antropológico”—, se olvide de que los problemas de muchos ciudadanos y familias, que en ocasiones son graves, son reales y concretos y fruto de una crisis real que se extiende como la pólvora. Toda esa parafernalia sobre la capacidad de resistencia de la economía española ni se siente más abajo ni anula la sensación general de que, sin medidas drásticas, se van acabando, mientras el escenario es cada vez más difícil, todas las reservas.

Desde el Gobierno no se genera confianza con la retórica —que no es sólo la del optimismo, sino también la de los eufemismos para definir la situación— sino con realismo, tanto en el diagnóstico como en las medidas que han de poner en marcha. En este capítulo, poca iniciativa y ninguna novedad.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=02/06/2008&name=german

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