viernes 20 de junio de 2008
Aburrimiento
Germán Yanke
Se ha tardado tanto en saber los nombres principales del equipo de Mariano Rajoy, por mucho que algunos de ellos hayan estado en los mentideros desde el principio, que la tardanza anula cualquier sorpresa. Una cierta pesantez se añade al constatar, en el comienzo del Congreso, que los críticos, ya sean pretendidamente renovadores o abiertamente reaccionarios, se han consumido en los amagos y las maniobras de distracción: atacar al jefe para disimular su impotencia. El equipo, por tanto, es un recurso, no el rostro de un proyecto contrastado en el debate.
Y, sin duda, es el ámbito de las ideas en el que la política española es cada día más aburrida. En el PP ha habido, soterrado, ligero, a menudo poco serio, un cierto debate sobre el discurso, sobre el modo de dirigirse a los ciudadanos que en estos últimos cuatro años no les han dado el respaldo necesario para gobernar, pero de ideas nada. Por eso se ha refugiado la refriega en aparentes principios y valores y se ha hurtado la discusión allí donde debe estar sometida a la contradicción entre iguales y a la falibilidad de las proposiciones. Con esos mimbres se llega al Congreso.
En la izquierda el panorama es igual o más descorazonador. A la arbitrariedad intelectual del PSOE durante el primer mandato de Rodríguez Zapatero ha seguido, amasada por una ola de hipotético realismo, la inanidad. La izquierda española no tiene, como se está viendo, las ideas precisas para proponer una determinada política económica en momentos de crisis ni, en el ámbito internacional, un proyecto original. Andan organizando un laboratorio de ideas, es decir, que, por el momento, no hay ideas ni laboratorio. Más allá, en una Izquierda Unida abonada al desconcierto, más que inanidad hay parálisis.
Hay en España, sin duda, aportaciones intelectuales interesantes para las grandes cuestiones políticas y sociales de este comienzo del siglo XXI. Algunas de ellas tienen como protagonistas a personas que viven en el ámbito de la política. Y, sin embargo, los partidos y sus aledaños parecen refractarios no ya al debate serio, sino a la formulación atractiva de proyectos con una cierta profundidad, aunque no fueran precedidos del citado debate. Si repasamos lo que se oye en el escenario de la política española sobre la crisis de Europa, sobre la aconfesionalidad del Estado y la laicidad, sobre la educación, sobre el papel y el significado de la Justicia –ý se podría alargar la lista- la conclusión no es otra que aburrimiento y frivolidad. Seguramente por eso hay que hablar tanto de nombres, y entre los nombres de integración, y en medio de la integración, de ausencia de debate. Y, en tan clamorosa ausencia, de aburrimiento.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=20/06/2008&name=german
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