martes, marzo 11, 2008

Incognitas del dia despues

martes 11 de marzo de 2008
Incógnitas del día después
EL análisis de los resultados del 9-M va a centrar la actividad de los partidos en los próximos días y, a medida que pase el tiempo, se irán percibiendo con más nitidez sus consecuencias. El primer dato que servirá para cualquier valoración es el índice de participación. Al ser coincidente con la de las elecciones de 2004, las comparaciones son homogéneas y permiten conclusiones precisas. Por lo pronto, se ha roto el tópico de que la mayor participación perjudica necesariamente al Partido Popular. La razón es muy sencilla: el PP ha ganado más de 400.000 votos y el PSOE menos de 40.000. La victoria socialista se fundamenta en el auxilio del voto útil procedente de ERC e IU, quizá también del PNV. Estos tres partidos han perdido casi 800.000 votos, lo que quiere decir que ha habido una clara transferencia de voto socialista al PP y al partido de Rosa Díez, compensada con la llegada de ese apoyo nacionalista y de extrema izquierda.
Cataluña y País Vasco han sido decisivos para Rodríguez Zapatero, gracias a una estrategia muy clara de adaptar el discurso socialista a cada terreno -recurso del que carece el PP-, de manera que los electores vascos han reaccionado favorablemente al llamado «proceso de paz» y los catalanes al reclamo neosoberanista del PSC plasmado en el nuevo Estatuto de autonomía. En ambos casos, los socialistas han tenido éxito en la suplantación de los nacionalismos -está por ver con qué consecuencias, por ejemplo, en relación con el referéndum convocado por el lendakari Ibarretxe- y, en general, en la absorción del voto de Izquierda Unida. Por su parte, el PP tiene que volver a afrontar la grave limitación que suponen para sus expectativas electorales nacionales los cortos resultados en el País Vasco y en Cataluña. De los 65 escaños en juego en ambas comunidades, el PP sólo ha conseguido 13 y el PSOE, 34. Tal limitación contrasta, sin embargo, con la clara consolidación de los populares en el resto de España, gracias a la cual ha obtenido unos resultados -40,11 por ciento, 10.169.973 votos y 153 escaños- que superan los que en algunas legislaturas anteriores dieron el poder al partido ganador. El avance del PP ha sido posible gracias a la captación de voto moderado, lo que igualmente relativiza la existencia de un «techo» electoral irrompible para los populares. En todo caso, la victoria socialista ha producido efectos en cadena en otras formaciones. Llamazares anuncia su renuncia a seguir liderando IU, ERC ha perdido el 50 por ciento de votos y Puigcercós ya se dispone a recoger las cenizas de Carod-Rovira, y el PNV se aleja -sea o no de forma definitiva- de su tradicional hegemonía en el País Vasco. Todos están obligados a revisar las condiciones con las que se enfrentan a esta nueva legislatura. El PP también ha de hacerlo, como sucede siempre con el principal partido de la oposición que no alcanza el poder. Ahora bien, Rajoy tiene razones muy sólidas para frenar en seco cualquier pretensión sucesoria intempestiva, porque el resultado cosechado le permite una renovación de equipos y estructuras ordenada . La ansiedad de la derecha por esta derrota puede distorsionar el alcance real de los resultados obtenidos por el PP y desenfocar las decisiones que necesariamente habrán de tomar sus dirigentes para optar a la victoria en 2012. Más importante para el PP ahora es saber por qué la negociación con ETA, el Estatuto catalán y la crisis económica no han calado lo suficiente para lograr el vuelco electoral. Aun así, el nuevo Gobierno será el que tenga que vérselas con la oposición más numerosa de la historia de la democracia. Por eso, Zapatero tiene al alcance de su mano rectificar su forma de gobernar para dar paso a una etapa de cooperación con el PP en los asuntos de Estado. El PSOE debe desterrar definitivamente su obsesión por erradicar al PP de la vida política.
El contador de los problemas de España no se ha puesto a cero. Sigue ETA, estratégicamente reaparecida en el último día de campaña; sigue la crisis del modelo territorial; los órganos constitucionales permanecen bloqueados; y la economía no ha sufrido ningún repunte milagroso, aunque habrá que acordarse de los pronósticos de Caldera y Solbes sobre la mejora del empleo y la inflación en este mes de marzo. Pronto se sabrá -en cuanto el PSOE negocie la investidura de Rodríguez Zapatero, muy sencilla, por otro lado- si hay motivos para confiar en una nueva etapa de estabilidad y cooperación entre los principales partidos nacionales o será una reedición empeorada de la anterior legislatura.

http://www.abc.es/20080311/opinion-editorial/incognitas-despues_200803110248.html

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