miercoles 12 de marzo de 2008
El tiempo de Rajoy
Germán Yanke
La comparecencia de Mariano Rajoy ante la prensa tras la reunión del Comité Ejecutivo del PP fue decepcionante. Y no porque anunciara que va a presentarse a la reelección como presidente del partido para ser de nuevo candidato a la Presidencia en el 2012, sino por el tipo de análisis (o lo que sea) de lo que ha ocurrido hasta ahora y en las elecciones del domingo.
Para empezar, afirmó que “no hemos entrado en el fondo” del análisis de las elecciones para tener una idea de lo que ha hecho que no logren ganarlas o para comenzar a estudiar qué deba cambiarse. Sin embargo, la intervención del líder popular, ya que no un análisis, sí fue una defensa: se ha aumentado el número de votos (el segundo mejor resultado de su partido, insistió), se ha hecho una buena campaña, han trabajado bien durante la legislatura, etc. “El problema ha sido el resultado”, dijo ante una de las preguntas, como si la culpa la tuvieran los electores, que no se han dado cuenta de lo que realmente conviene a España.
Parecería lógico el examen crítico en un momento en el que el PP se plantea su futuro tras haber sido derrotado por un partido, el PSOE, que —según el criterio conservador— ha sido un absoluto desastre. Pero no: otras cuestiones han devenido más urgentes y el anuncio de la continuidad de Rajoy hasta el congreso de junio y después si es ratificado resulta más un cortafuegos que otra cosa. No en vano, la reunión del Comité Ejecutivo, por muy buenas palabras que todos utilizaran en él, se celebraba cuando, tras el 9-M, Esperanza Aguirre trataba de ponerse en valor tanto desde las tribunas mediáticas que le son afines como a través de declaraciones de colaboradores suyos como el consejero Francisco Granados y el portavoz popular en la Asamblea de Madrid, Antonio Beteta, además de otras maniobras. Muchos dirigentes regionales del PP se estaban ya llevando las manos a la cabeza y animaron a su presidente —aunque ya estuviera convencido— a que anunciara inmediatamente su continuidad. Así que, cuando le preguntaban por el análisis de lo ocurrido, Rajoy podría haber contestado que, ocupado en lo urgente, había dejado para más adelante lo importante.
Lo importante es mejorar (es decir, modificar) el comportamiento y la imagen del PP para que pueda ganar las elecciones. Y no es un cambio de programa, ni de valores, sino del modo de hacer político, del tipo y la calidad de sus dirigentes y de vuelta a la moderación intelectual del centro político que, a lo largo de la legislatura, se ha perdido. Mariano Rajoy, sabio en el uso de los tiempos según el tópico que repiten sus más próximos, parece por el momento fiarlo todo al tiempo. ¿Los votos que faltan para ganar? ¿El resultado en Cataluña y en el País Vasco? Por el momento, la única decisión del PP resulta ser seguir haciendo lo mismo hasta que “vean que somos una opción buena”. Si todo se reduce a eso, me temo que va a necesitar más de cuatro años para que los que no le han votado, que son los errados, lo hagan a un partido que no se ha equivocado en nada. “Si cambio de discurso, cambio de partido”, dijo Rajoy ayer, pero el discurso no es la ideología, ni las ideas, ni los valores, sino el modo de dirigirse al público, un modo de argumentar que, a la vista del fracaso, no ha sido el mejor posible. Así que tendría que cambiar de discurso y acompañantes para que su partido consiga lo que se propone.
Cabe la posibilidad de que el cambio de rumbo en las personas y en el estilo sea algo reservado, sin traumas en la hora de la derrota, para ese anunciado congreso. Pero esta hipótesis no obsta a que se pudiera esperar, en el momento en el que no se ha conseguido lo que se pretendía, una cierta cuota de espíritu crítico con la estrategia. Quizá haya conseguido reconfortar a algunos de sus votantes decepcionados con el resultado de los comicios, pero hasta ahora no ha comenzado ni trazado las líneas para convencer a los que no lo son y necesita.
Quizá cuando se empeñe en ello cambie el discurso. Es decir, modifique la argumentación o al menos explique qué es eso de que se presenta a la reelección por el bien del partido y “lo que más conviene a España”, que es un latiguillo incomprensible porque lo que conviene a España no puede ser otra cosa que lo que conviene a los españoles, y ya se sabe que esto son muchas cosas y siempre contradictorias. También debería Rajoy leer la prensa, y algunos buenos libros. “No leo mucho, pero me lo cuentan”, dijo cuando se le preguntaba por algunas valoraciones periodísticas críticas. A un lado, la desacertada humorada para un candidato que se presentó en los debates con el presidente Rodríguez Zapateo armado de recortes de periódicos, da la impresión de que demasiado a menudo hace lo que le cuenta. Debería leer más y decidir por su cuenta. Aunque haga falta un poco más de tiempo.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=12/03/2008&name=german
miércoles, marzo 12, 2008
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