martes, noviembre 20, 2007

Propuesta fiscal ambiciosa

miercoles 21 de noviembre de 2007
Propuesta fiscal ambiciosa
SE ha cumplido el primer objetivo de toda conferencia política en período electoral: despertar el interés de la opinión pública y convertirse en el centro de todo el debate. La ambiciosa rebaja de impuestos ofrecida por Rajoy ha conseguido devolver el protagonismo al Partido Popular y obligar a los socialistas a jugar en campo contrario. Porque nadie puede negar a los populares credibilidad en materia fiscal: fueron ellos los que introdujeron la estabilidad fiscal como un objetivo irrenunciable de la política económica y quienes pusieron de moda las rebajas de impuestos. Lo hicieron en el Gobierno Aznar y prometen hacerlo de nuevo, liberando de la obligación de pagar el IRPF a siete millones de españoles. Aunque Zapatero haya afirmado que bajar impuestos es de izquierdas, lo cierto es que las rebajas introducidas durante su mandato han sido cicateras, marginales, casi simbólicas, producto de un compromiso, de una concesión a la realidad sociológica, pero contrarias a la tradición y al dogma socialista de mayor gasto público.
Elevar el mínimo exento en el impuesto sobre la renta a 16.000 euros supone competir en el tramo social considerado, por inercia más que por evidencia empírica, afín a la izquierda. Es una apuesta valiente, disputar el voto de los jóvenes mileuristas, pensionistas y trabajadores menos favorecidos, que hace honor a la definición del PP como un partido interclasista. Quizá por ello ha cogido desprevenido al partido gobernante, que ha tenido que desempolvar al vicepresidente para incorporarlo a las listas electorales y ha lanzado en tromba a sus portavoces para descalificar la propuesta con el único argumento que debían haber evitado, el de la credibilidad y la responsabilidad. Si algún activo indiscutible mantiene el Partido Popular en la población española es precisamente el de una gestión económica eficaz, que redujo el déficit público desde el 7 por ciento del PIB hasta alcanzar el equilibrio, a la vez que bajaba los impuestos dos veces seguidas ante la incredulidad de muchos expertos. Fueron ellos quienes vieron que el sistema fiscal español había superado el punto de equilibrio a partir del cual tipos impositivos mayores producen menor recaudación porque suponen un incentivo a la inactividad y la ocultación de rentas. Pudo producirse así el milagro de que los ingresos tributarios no sólo no disminuyeran con la bajada de impuestos, sino que, al generar más actividad económica, más volumen de negocio y más empleo, la recaudación tributaria aumentara. Eso mismo es lo que Rajoy ha prometido volver a hacer, y se merece al menos el beneficio de la duda. Faltan muchos detalles para juzgar en toda su complejidad la propuesta, detalles que los populares irán desgranando a cuentagotas para seguir ocupando titulares y desplazando el debate político hacia las alternativas de futuro. Es un juego mediático que incomoda a los técnicos, a quienes les gustaría disponer ya de todos los datos para hacer sus cálculos, pero es un juego político legítimo, sobre todo en unas circunstancias electorales en que el Gobierno ha querido empujar a la oposición a las cavernas. El manejo del tiempo es una exigencia adicional de todo buen político y parece que Rajoy, frente a todos sus críticos, ha vuelto a demostrar que no es un aprendiz.
Una cosa ha quedado clara: el Partido Popular promete una política que reduce el peso del Estado, que confía en los ciudadanos para conocer sus necesidades mejor que el Estado, que piensa que el mejor destino del superávit público es devolvérselo a los contribuyentes para que puedan hacer frente a la caída de su renta disponible, al encarecimiento de la cesta de la compra y a la subida de las hipotecas. Habrá quien todavía piense que en esas circunstancias es mejor aumentar el gasto público para hacer política clientelar y ganar colectivos sociales para la causa. Esa ha sido la política socialista plasmada en los presupuestos de 2008. Frente a ella, el Partido Popular ha definido en su Conferencia Política una apuesta por la modernidad y la racionalidad económica que devuelve el protagonismo a la sociedad civil para hacer frente a un escenario de menor crecimiento y más incertidumbre. Un acierto.

http://www.abc.es/20071121/opinion-editorial/propuesta-fiscal-ambiciosa_200711210250.html

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