jueves, noviembre 22, 2007

Michael Miller, ¿Ayuda Comercio Justo a los pobres?

jueves 22 de noviembre de 2007
PROBLEMAS A LARGO PLAZO
¿Ayuda Comercio Justo a los pobres?
Por Michael Miller
El café de Comercio Justo se anuncia como una manera de ayudar a los pobres a que provean las necesidades vitales de sus familias. Se vende como una situación beneficiosa para todo aquel que tenga corazón; por sólo una pequeña prima sobre nuestro café, logramos ayudar a los agricultores pobres mientras disfrutamos de una taza sentados en un bar.
Muchas organizaciones cristianas asocian el comercio justo con valores cristianos. Entre ella están la Catholic Relief Services, la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos y la Lutheran World Relief. Aunque fomentar la preocupación por los pobres es esencial, ¿ayuda realmente el café de Comercio Justo a los agricultores pobres? ¿Colabora eficazmente en la lucha contra la pobreza?
El movimiento Comercio Justo arguye que el sistema de libre mercado hace daño a los pobres al pagar precios muy poco equitativos por las materias primas. Las metas estipuladas por el movimiento son potenciar a productores marginados para que lleguen a ser económicamente estables y autosuficientes, así como promover el desarrollo sostenible, la igualdad de sexos y la protección del medio ambiente. Los productores que cumplen los estándares de comercio justo en lo concerniente al aspecto laboral, de desarrollo y de sostenibilidad medioambiental quedan "certificados" y por tanto reciben un precio superior al de mercado por sus mercancías.
Aunque todo esto suena muy bonito, todavía me deja con preguntas sin responder. Primero, ¿qué lo hace más "justo" que el libre comercio? Con el libre comercio, nadie se ve forzado a entrar en un intercambio. Si el comercio es realmente libre, entonces no hay subsidios para alterar el mercado o para proteger ciertas industrias o sectores que dé como resultado una subida artificial de precios. Lo que hace que el comercio se vuelva injusto es cuando los países subvencionan a ciertas industrias o ponen aranceles a productos extranjeros bajando artificialmente el precio a nivel nacional de modo que el productor extranjero no pueda competir.
Éste es el caso con los subsidios agrícolas de Estados Unidos y la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea. Si se quitaran esas subvenciones, los agricultores de los países en desarrollo podrían competir con sus homólogos norteamericanos y europeos jugando con las mismas reglas de juego. Esto no sólo bajaría los precios para los consumidores, sino que generaría más ingresos en los países en desarrollo.
Comercio Justo se califica a sí mismo como la solución a la injusticia del libre comercio pero, en algunas maneras, crea obstáculos a la libre competencia al establecer artificialmente precios más elevados que el mercado ofrecería. Claramente hay ganadores con el comercio justo, pero también hay posibles perdedores. En su breve libro La economía en una lección, Henry Hazlitt definió la economía como ver los efectos de una política no sólo sobre un grupo sino sobre muchos y prestar atención a las consecuencias no deseadas.
Considere las posibles consecuencias involuntarias del café de Comercio Justo. Primero, sólo ciertos agricultores "certificados por Comercio Justo" reciben precios más altos por su grano. Esto significa que otros agricultores en el área tendrán más dificultades para competir. Esto puede crear incentivos para la corrupción, porque es difícil determinar si todo el grano vino de una plantación "certificada" específica o si ese agricultor compró el grano a un precio menor en otras plantaciones que no pertenecen a Comercio Justo, incluyendo algunas que podrían utilizar trabajo esclavo.
En segundo lugar, los precios artificialmente inflados crean incentivos para que la gente se quede en el negocio del cultivo del café en lugar de pasar a otras industrias o empleos que serían más provechosos a largo plazo, como trabajar para empresas multinacionales que a menudo pagan salarios más altos y que también están interesados en la estabilidad. El comercio justo también crea incentivos para que más gente produzca café, lo que podría acabar creando un excedente que resultaría en una bajada de los precios. Esto podría tener calamitosas consecuencias si el movimiento del comercio justo pasa de moda.
Tercero, ¿ayuda el comercio justo a que los pobres suban en la cadena de valor hacia otras actividades como procesar, tostar y empaquetar el café? ¿No será más bien que los precios artificialmente altos crean el incentivo para sólo dedicarse a cultivar café, dejando el trabajo de valor añadido a las compañías de Estados Unidos y Europa? Al igual que los subsidios agrícolas, ésta parece otra buena forma de limitar la competencia que los países en desarrollo representan.
¿Deberían los cristianos estar a favor de Comercio Justo? La pregunta en sí es tendenciosa, como si aquellos que no lo estuviesen, de alguna manera fueran favorables al "comercio injusto". Necesitamos estar alerta contra prácticas explotadoras de trabajo y esclavitud y se debería elogiar al movimiento Comercio Justo por ello. Quizás Comercio Justo también haya echado una mano a algunos agricultores facilitándoles mejor información y canales de crédito más seguros. Pero incluso para esos agricultores que se benefician del comercio justo, cualquier éxito a largo plazo parece depender de que siga de moda entre intelectuales y consumidores americanos y europeos, ambos grupos de lo más voluble. Como tantos planes en contra del mercado que han ido y venido, Comercio Justo probablemente terminará haciendo daño a los pobres en lugar de ayudarles.
La mejor manera de crear oportunidades y crecimiento sostenible a largo plazo no es con movimientos pasajeros como Comercio Justo, sino con las mismas instituciones que permitieron a Occidente hacerse rico: garantizar la propiedad privada, el Estado de Derecho y el libre intercambio. Cuando estas instituciones están en vigor, el comercio es realmente justo, hay más gente que se beneficia de él y el mercado promueve ese espíritu emprendedor que es la fuente de la riqueza y la prosperidad.
El libre comercio y el libre mercado han sacado a más gente de la pobreza que todos los movimientos políticos de moda juntos que, cargados de buenas intenciones, suelen acarrear perniciosas consecuencias. Esto es algo en lo que pensar la próxima vez que estemos en Starbucks sintiéndonos satisfechos con nosotros mismos por nuestra taza de café.
Michael Miller es director de programas del Instituto Acton.
*Traducido por Miryam Lindberg del original en inglés.

http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276234018

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