miércoles, mayo 16, 2007

Un leon con el raton

jueves 17 de mayo de 2007
Un león con el ratón
¡Vaya espectáculo está dando Paul Wolfowitz! No me refiero a la maniobra para endosar un sueldo millonario a su novia, porque soy de los que piensan que quien no ayuda a amigos y parientes, no tiene corazón. Tampoco a los agujeros en los calcetines, que aparecieron cuando se descalzó en la mezquita, porque le puede pasar a cualquiera. En esto de la ropa interior cada uno es muy suyo y por esos mundos de Dios, no siempre tienes a mano la lavandería. El reportero aguerrido que no se haya puesto alguna vez los calzoncillos del revés, para sentirse fresco, después de una semana de trajín, que tire la primera piedra.
Lo que me deja atónito es que se aferre con tanta desesperación al cargo y el tono lastimero con el que se ha dirigido al Consejo Ejecutivo del Banco Mundial. Un tipo como él, que tiene ya 63 años, habla cinco idiomas, es licenciado en Matemáticas, Historia y Ciencias Políticas, ha ocupado puestos relevantes con cuatro presidentes norteamericanos y siempre fue el primero de la clase, no puede «implorar» que no lo despidan. Ni alegar que desconocía las normas. Casi da pena, ver arrastrase a alguien que ha sido descrito como «el más brillante estratega» del Pentágono y al que los periodistas pintaban como el más diestro y sagaz funcionario con que ha contado la Casa Blanca.
Siempre me ha gustado ese viejo aforismo que recomienda generosidad en la victoria y altivez en la derrota. Y si te pillan con los pantalones bajados -como le ha pasado a Wolfowitz-, lo que procede es hacerse el digno, mascullar que se metan el cargo donde les quepa y marcharse dando un portazo. Pero casi nadie lo hace. Ni en EE.UU. ni aquí. Y me vienen a la memoria los nombres y las caras asustadas de algún presidente de gran compañía, varios alcaldes, muchos diputados y un par de ministros.
Cuando se llega a esos niveles no son imprescindibles para sobrevivir fruslerías como el coche oficial o la tarjeta de crédito a cuenta de la empresa, pero está en la naturaleza humana -en la de algunos seres humanos- portarse como un león con el ratón y como un ratón con el león.

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