martes 19 de diciembre de 2006
POR XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
La modificación está en la UVI
Ha sido un fin de semana revelador. En lo que dura el suspiro de un gorrión desnudo, nos hemos enterado de que la modificación del Estatuto de Autonomía está en la UVI. Y todo indica que no saldrá de ésta, a la espera -tal y como se preconiza en amplias áreas del Bloque Nacionalista- de que las urnas autonómicas cambien de signo y dinamiten las bases electorales del PPdeG: "Si no puede ser en esta legislatura, mejor es dejarlo todo como está". Parece el chiste de la virgencita, pero en esto -incluso Anxo Quintana, no me tiren de la lengua- coinciden todos: desde Paco Rodríguez, el coronel, hasta Xosé Manuel Beiras, pasando por Camilo Nogueira y quienes velan sus armas en las salas de banderas de la gran coalición.
De entrada, el propio alaricano se ha encargado de confirmar los temores de Alberto Núñez Feijóo, puestos de relieve cuando se supo que el líder de los populares galaicos sospecha que los nacionalistas -convencidos del fracaso- esperan echarles todas las culpas ante la opinión pública y publicada de la nación: "Se trata de una encerrona", dijo don Alberto el sábado, "para gestionar el no": es decir, que a su juicio Quintana no ansía otra cosa que quitarse el muerto de encima y realizar un vaciado de responsabilidades sobre las espaldas del renovador del PPdeG. Con sus declaraciones, Núñez Feijóo ha redactado el acta de defunción de la cita.
Veinticuatro horas después, el vicepresidente de la Xunta le daba la razón: "Todo el mundo sabe que si no hay Estatuto de Nación es porque el PP no quiere". Con lo cual, su hermosa oferta ha comenzado a parecerse a la letanía de un funeral: "La tradición y el sentimiento galleguista que nos unen como pueblo, y el Parlamento que nos representa como ciudadanos, definen a Galicia como una nación. La Constitución española, en su artículo 2, reconoce el carácter nacional de Galicia como nacionalidad histórica". Don Alberto aplaude el segundo párrafo de esta oración, pero no puede aceptar el primero: sencillamente porque, si hiciese lo contrario, le plantearía un fenomenal problema a Mariano Rajoy. Y hay lealtades inquebrantables.
A partir de este desencuentro, las cosas sólo se pueden agravar cada día un poco más. Empezando por la aparición de nuevos problemas que parecían superados y felizmente encarrilados hace unos días, como el de la financiación.
El hecho de que el Bloque exija ahora para Galicia la gestión del 90 por ciento del IRPF, el 90 por ciento del IVA y el 100 por ciento de los impuestos especiales, duplicando, con ello, las demandas de socialistas y populares, no hace otra cosa que añadir más argumentos a la ruptura de las conversaciones para la reforma. Ya no se trata, pues, de una cuestión meramente identitaria. Los nacionalistas, advertidos del fracaso, han decidido huir hacia adelante y no se puede descartar que la cita de Quintana y Feijóo -el sábado que viene en Compostela- sólo sirva para que el joven Quin realice un brindis al sol para contentar a los disidentes del Benegá. Es una de las primeras consecuencias de la XII Asemblea. Y vendrán más.
EL BARÓN RAMPANTE
Nostalgia del antiguo Régimen
"Son gente de gran valía", dice Francisco Cacharro de Alberto Núñez Feijóo y quienes le acompañan en la renovación del PPdeG. Viniendo de sus labios, esas cinco palabras son casi un elogio y su trabajo le habrá costado -como quien se arranca una muela- hilarlas para salir al paso de las sospechas que proyecta su sombra sobre la fronda de la Galicia interior. Al añadir que, "si se fracasa" en los comicios de la próxima primavera, don Alberto debe dimitir, no ha hecho otra cosa que confirmar los peores augurios: que hay quien alberga ansias de venganza y propuestas de retorno a la época de los viejos barones, nostalgia del antiguo Régimen que Manuel Fraga no supo o no quiso liquidar .
martes, diciembre 19, 2006
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