Técnica de hacer listas (por qué hay candidatos como Miguel Sebastián)
Pascual Tamburri
18 de diciembre de 2006. Estamos en época de caza, mayor y menor, y esto es algo todos los años moviliza a muchos españoles, al menos desde que la caza se convirtió en una afición popular. Pero estamos en plena vorágine de otra cacería mucho más sangrienta, que se repite cada cuatro años, y que cada legislatura da lugar a las mismas escenas, patéticas algunas, ejemplares otras, tristes demasiado a menudo: los partidos políticos preparan ahora sus listas para las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo.Así como el cazador pasea con su escopeta, el aspirante a candidato se exhibe en esta época con sus mejores atributos, mostrando sonrisa, talante, cualidades y lo que haga falta. Mientras que las perdices huyen del cazador, el potencial candidato, futuro concejal, parlamentario o diputadín, se acerca por todos los medios a los ahora poderosos y temidos miembros del órgano que confecciona las listas, comité local, provincial, regional, secretario general, presidente o mandamás. La perdiz no quiere ser cazada, pero el aspirante quiere ser candidato, y está dispuesto a muchas cosas para lograrlo; habla o calla, adula o critica, confiesa o promete, según crea conveniente para llegar a la meta soñada: estar en la lista, y dentro de ella tener un buen puesto.Nuestro sistema electoral municipal es particularmente problemático. Para empezar, los grandes partidos no suelen tener interés por los pequeños municipios, con lo cual no se esfuerzan en presentar listas; esto deja a los vecinos de parte de la España rural libres de trabas, pero también los deja a menudo sin alcalde, o cuando lo hay carece de la imprescindible influencia en la Diputación y la autonomía. Pero en cambio los municipios menos pequeños, y por supuesto las capitales, son presas codiciadas, y no se suele atender tanto a la voluntad de los afiliados del lugar, ni a la presencia de personas capacitadas dispuestas a trabajar por el bien común, cuanto a la necesidad para el partido de ganar a toda costa.¿Demasiada teoría? Piensen ustedes en Miguel Sebastián. Es candidato a la alcaldía de Madrid por decisión soberana de José Luis Rodríguez Zapatero, atendiendo a sus compromisos personales y tal vez a un cálculo estratégico. Pero las bases del partido no han tenido realmente ni voz ni voto, y no se ha pensado ni en un buen gestor municipal ni en un hombre capaz de dar rostro y voz a la capital. Sebastián se movió bien, pero eso no lo convierte en un buen candidato, ni para Madrid y ni siquiera para el PSOE.Sebastián ha salido vivo de la primera parte de la cacería. No a todos les va igual de bien; y en esta época está levantada la veda de los muertos vivientes, personas que saben que su vida pública va a interrumpirse, o no va a empezar, y que no va a ser por voluntad popular sino por decisión partidista. También circulan –en la noche del sábado al domingo yo mismo me crucé alguno en las calles de Pamplona- otros que están moralmente muertos, y no lo saben, lo que es aún más triste. La solución no es ningún cambio de sistema, porque el problema, moral, sería igual con listas abiertas, desbloqueadas o sin listas; el caso Sebastián, y los otros, sólo se resuelve con un sentido común, un altruismo y un patriotismo que, cuando están presentes, hacen funcionar bien cualquier sistema.
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