viernes 18 de agosto de 2006
Un ministro estaliniano
Miguel Ángel García Brera
L O que menos me podía imaginar es que el expansivo López Aguilar, una máquina de palabrería que hilvana de seguido, con dificultad para hacer un respiro en sus largos monólogos, fuera un estalinista. Según acabo de leer, el hombre ha acusado al PP de ignorar y pisotear la Constitución por interponer un recurso contra el Estatut. Que el PP ignore la Constitución al entablar una acción jurídica, reconocida en nuestro Derecho, cabe. Cada vez que alguien presenta una reclamación, sea del tipo que sea, y, dado que siempre hay dos partes, una de ellas es evidente que ignora la norma o la interpreta mal, aunque también puede ocurrir que quien ignore la norma o la interprete mal sea el encargado de dar la razón a uno u otro, porque, como seres humanos, también los jueces se pueden equivocar. No me sorprende, por tanto, que López Aguilar y el PSOE completo, que ha aprobado el Estatut, piensen que el PP ignora la Constitución al defender que la norma catalana contradice la Carta Magna. Lo que resulta inadmisible es que tengamos un Ministro de Justicia que acuse de pisotear la Constitución a quien reclama del Tribunal ad hoc que manifieste si el Estatut es o no conforme a Derecho. Sólo Stalin, y dictadores de su mismo corte, han mantenido a lo largo de la historia la idea de que quien reclama ante los Tribunales lo que a ellos no les conviene, está pisoteando la ley. La realidad es que la pisotean los que niegan el acceso a la Justicia a quienes piensan – ignorantes o sabios, acertados o equivocados – que una cosa no es legal y, sin tomarse la justicia por su mano, acuden a un tribunal para que determine lo que debe acatarse. No digo lo que sea justo – aunque, generalmente, las decisiones judiciales en una democracia lo son - porque insisto en que también el que tiene poder para dar su última opinión con fuerza ejecutiva, puede equivocarse. Lo cierto es que los ministros se columpian bastante en estos días de verano y hasta el propio presidente, ante la catástrofe que ya constituye la inmigración, no se le ocurre otra cosa que resaltar que los canarios tratan a los llegados en pateras como a seres humanos. ¿Cómo puede ser resaltado que un hombre trate a otro como tal? Por su parte, Moratinos, o su gente, acaba de armar un buen alboroto con sus recomendaciones para turistas. No está mal que los españoles sepamos antes de viajar a dónde vamos y en qué circunstancias, pero de eso a publicar sin mucho fundamento listas de países donde supone Asuntos Exteriores que hay problemas de inseguridad, hay mucho trecho. Al hacer esas listas hay que tener mucho cuidado, porque el turismo es un bien universal pero muy frágil: Tiene muchas aristas y cuando alguna de ellas se erosiona, el perjuicio puede ser incalculable. El turismo, no me canso de repetirlo, es la industria más plural que cabe imaginar. Al turismo le afecta todo, su propio enfoque y toda clase de aditamentos que van, desde el clima hasta la guerra, pasando por las devaluaciones de moneda, la subida de las materias primas, los impuestos y todo lo que aquí se quiera citar. Habrá en la lista, dada a conocer por el Ministerio de Asuntos Exteriores, países donde haya que cuidarse más, pero incluir a Túnez entre los que merecen atención por su inseguridad, es algo inaudito. Si se hace una estadística de actos terroristas, de turistas víctimas de actos delictivos o de accidentes en los medios de transporte, no tengo la menor duda de que Túnez quedaría como mínimo diez veces mejor que España. Claro que Túnez es un buen competidor en materia turística, y no hay que olvidar que en España han descendido los ingresos por turismo en un 3, 5 %; pero no es aceptable que abordemos los problemas de competencia hablando de una inseguridad que no existe en Túnez en los términos que se dice en la nota, ya contestada por la eficaz delegada del turismo de ese país en Madrid. Desde luego, como español, me dolería que lo hiciera, pero tal vez Moratinos merezca que Tijani Haddad, el brillante ministro tunecino, presidente hoy de la OMT, ordenara hacer la estadística comparativa de actos terroristas habidos y daños sufridos por turistas en su país y en el nuestro. Otro Ministerio en solfa, es el de la Sra. Narbona, a cuenta del incendio de Galicia; incendio, digo, no incendios. La NASA ha calculado una quema de 175.000 Ha de bosque, la UE, la rebaja a 86.000 y la Xunta, que tiene tanta responsabilidad como el Ministerio de Fomento, lo deja en 70.000, como si esta cifra fuera un consuelo. Pero la quema de Galicia, no es sólo la de sus montes: Han incendiado la temporada turística y, a poco que la lluvia incordie, puede “quemarse” hasta el marisco y la pesca. Días y días ardiendo un paisaje de ensueño y todo un Ministerio y una Xunta, sin ser capaces de sofocarlo, ni de evitar que cada día aparecieron nuevos incendiarios. Se habla de conspiración y eso es urgente aclararlo, pero no menos urgente es establecer definitivamente un Servicio Nacional contra incendios, con personal bien equipado aunque no sepa gallego, y dejarse de parcelar por Comunidades algo tan importante para toda la nación.
jueves, agosto 17, 2006
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