viernes 4 de agosto de 2006
Del dolor al sinsentido
Miguel Ángel García Brera
E STUVE en Qana, no hace muchos años. Visité la humilde cueva donde se recuerda el paso de Jesús y había emplazamientos de armamento militar, aunque parecían en desuso. Me dijeron que ese Qana era el del primer milagro de Cristo, compitiendo así el Líbano con el otro Caná, el de Galilea. A mi que las gentes – cristianas, o no - intenten acercar su pasado al de mi Dios, me resulta gratificante. Visité un pabellón donde aseguraban mis interlocutores que había habido una escuela destruida por la guerra con inmolación de varios escolares, en cuyo recuerdo celebramos un pequeño acto, y reivindicamos la fuerza del turismo como puente de paz. Escuché, ya entonces, algunos ruidos de cañón que provenían de la otra orilla del mar. Eran tiempos de reconstrucción libanesa y, de entre las heridas de tanto horror como se había vivido poco antes, resurgían iniciativas audaces que devolverían su belleza a Beirut, y al Líbano en general, según luego pude comprobar en otro viaje. Ahora retorna el dolor a esa nación, que había sido la envidia del mundo y en el que los privilegiados de muchos países organizaban sus veraneos. Los niños libaneses han vuelto a ser víctimas del desentendimiento entre los pueblos y siento un dolor penetrante porque se que las gentes de la tierra son todas muy parecidas y hay pocos motivos para el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, aunque los haya desde el punto de vista de los grupos políticos o sociales. Pido al Dios de todos que vuelva a convertir el agua turbia de la guerra en vino de paz y de armonía y, aunque amo la libertad como un don grandioso, me queda la duda de si el Creador no habría hecho mejor no respetando nuestro libre albedrío. ¡Claro que entonces sí que seríamos simios! España vive otras escaramuzas que parecen pequeñas, pero también gravemente perturbadoras. En el aeropuerto de Barcelona, se han destrozado las vacaciones de miles de personas y se ha hecho un flaco favor a nuestro turismo. Los huelguistas han actuado "manu militari" contra ciudadanos inermes que, en definitiva, han sido las víctimas de un, a ellos ajeno, enfrentamiento económico entre patronos y obreros. Amparados por una ausencia de legislación adecuada y en una negligente actuación de los encargados del orden, la masa ha impuesto su ley, que por ser sólo la suya, no es ley, sino desorden. No creo que los ministros de Fomento y de Interior puedan considerar que han hecho lo que debían frente a un abuso tan patente. Llueve sobre mojado, porque aquí ya hace años que se confunde el derecho de huelga, con poner tiendas de campaña en la Castellana, dejar de pilotar o conducir un medio de servicio público, o invadir un aeropuerto o una empresa. Nuestros sindicatos y nuestros partidos políticos tienen bastante labor con reivindicar bienes de un pasado del que tendríamos también que exigirles algunas indemnizaciones para compensar a quienes sufrieron la quema de sus edificios, la requisa de sus automóviles y otros bienes, las sacas del oro del Banco de España y demás lindezas. Por cierto en la compensación, que durante ya muchos años se viene haciendo a sindicatos y partidos de izquierda, por ocupaciones y confiscaciones del final de la guerra civil, ¿no había nada que indemnizar a la derecha? No tengo noticia de que se haya devuelto bien alguno a los antiguos partidos de esa índole, como la CEDA o a los particulares que perdieron sus depósitos en el Banco de España y sufrieron tantos otros expolios. Incluso, ¿no habría que indemnizar a los propietarios que tenían un piso alquilado y el franquismo les congeló las rentas y les impuso, por decenas de años, una prórroga forzosa del contrato? ¡Cuando yo digo que de la memoria histórica más vale no acordarse, y lo conveniente es abordar unidos el futuro! Otras batallitas hispánicas, nos sitúan en el sinsentido, lo que no dejar de dar pena. Son las entabladas por las intrépidas reporteras rosas. La Patiño, otra que la imita en su mismo programa y cuyo nombre no recuerdo, y la Lozano destacan a esta hora en ese ardor guerrero contra una mujer, Isabel Pantoja, cuyo arte para la canción, venía mereciendo general aplauso. Igual le acusan de no ir a ver a su hombre a la cárcel, como de haberse acostado con él, “con un chorizo”, según la Lozano, esa que organizó un tiberio, reprochado hasta por la propia Asociación de la Prensa, mintiendo a cuenta del sufrimiento de Albano. Y como lo rosa prende, el PSOE, tal una de esas reporteras que creen tener derecho a saberlo y contarlo todo de los demás, quiere de Rajoy que aclare si está de acuerdo con las críticas a Gallardón por haber celebrado un enlace de homosexuales. López Garrido sale a defender a Gallardón como si fuera el mismísimo ZP, y no censura – que eso si creo yo que no es de recibo – que el alcalde ponga al servicio de unos contrayentes – sean del género que sean -, el balcón del Ayuntamiento para besarse. ¿O es que Trini Jiménez no tiene igual derecho a que los que ella une, salgan también a morrearse ante el pueblo soberano? Al paso que vamos, con estos periodistas que nos han llevado a una depreciación popular de la profesión y con estos políticos que un día se van a preguntar, de un partido a otro, si la concejala tal o la ministra cual tiene la regla o está ya en la menopausia, no se qué va a ser de las personas normales, amantes de la intimidad, el respeto al prójimo, la prudencia y la templanza.
viernes, agosto 04, 2006
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