domingo, junio 04, 2006

El sistema de 1978 ha qudado atras

La guía en la tormenta, 1: El sistema de 1978 ha quedado atrás

5 de junio de 2006.

ZP nos ha metido en la tormenta. Del PP se espera que pueda mostrar un camino para salir de ella. Rajoy debe proponer un mapa. Pero no parece haber tal, salvo las reiterativas invocaciones a la Constitución y al Sistema del 78. Ahora bien, ese sistema es lo que había antes de la tormenta. Ya se ha perdido de vista. Ha quedado atrás.En horas de tempestad siempre es grato añorar las viejas certidumbres, las viejas seguridades; por ejemplo, las que proporciona una Constitución edificada en torno al consenso. Amigos a los que respeto muchísimo sostienen que la lealtad a esa Constitución, a nuestra Constitución, puede frenar el peligro. Humildemente, discrepo. Un rasgo fundamental del presente marasmo de España es que la situación es irreversible. En el punto al que ZP ha llevado las cosas, no se puede volver al sistema de 1978 –sistema del que la Constitución sólo era una parte- ni en la definición del modelo territorial, ni en el entramado de pactos tácitos y explícitos sobre el que ese sistema se asentaba, ya fuera en materia de moral social o ya en la lucha contra el terrorismo. Incluso en el caso de que el Partido Socialista fuera súbitamente ganado para el sentido común, destituyera a Zapatero y retornara a la lealtad constitucional –hipótesis, hoy por hoy, inverosímil-, las fuerzas desatadas por el zapaterismo ya no pueden ser reconducidas.De hecho, lo que hoy estamos viviendo no es sino la consumación de aquel sistema de 1978; una consumación, ciertamente, en el peor de los sentidos, es decir hacia la disolución, pero que nunca había dejado de estar latente, de ser posible. El sistema que fundó nuestra actual democracia, precisamente por ser fruto del consenso, dejó abiertas muchas puertas; tales "aberturas" permitieron, por ejemplo, ganar la anuencia (o, por lo menos, la abstención) de los nacionalistas vascos y catalanes, o de los republicanos. Las fuerzas mayoritarias aceptaron la convención de que nunca nadie iría tan lejos como para franquear el umbral prohibido: la supervivencia del propio sistema dependía de ello. Al mismo tiempo, y por las mismas razones, nadie se atrevió a cerrar el modelo. Era imposible imaginar que desde la propia cúpula del poder ejecutivo iban a empujarnos a todos hacia el abismo. Pero eso es exactamente lo que ha ocurrido.Como ya no cabe vuelta atrás en el modelo de Estado, ni en el frente contra el terrorismo ni en el pacto sobre el modelo social, la única opción viable es volver a plantearlo todo desde el principio, como en un acto fundador. Desde el principio y desde los principios. El mapa que el PP ha de proponer no puede ser un camino de vuelta a lo que había antes; tiene que ser una ruta alternativa hacia adelante. Hay que aprovechar esta tormenta para soltar viejos lastres.¿No quiere ZP una segunda transición? Sea. Pero no podrá construirla contra media España.

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