Uno de los nuestros
EDURNE URIARTE
Jueves, 04-12-08
Era uno de los nuestros, otro vasco asesinado por vascos. Ignacio Uria era de un caserío de Azpeitia que imagino muy parecido al caserío en el que yo nací en Vizcaya. De los que hablaba el español con un fortísimo acento vasco. Porque nunca llegó a dominarlo, como todos los vascos de origen rural de su generación, que es también la de mis padres. De los que comenzó con una pequeña empresa y formó parte de ese grupo de vascos trabajadores y emprendedores que logró el éxito empresarial. Hasta que esas bestias que han nacido y se han criado entre nosotros le pegaron dos tiros. Bajo la lluvia de una tierra que es la nuestra y de la que nos quieren echar.
Ante las imágenes de su cadáver tendido en el suelo, pensé en la enorme ceguera, en el miedo, en la cobardía, en la connivencia, de una sociedad, la vasca, que se está dejando devorar por sus propios monstruos. Sin rebelarse, sin gritar, sin luchar. El movimiento antiterrorista, no nos engañemos, nunca pasó de ser una minoría. Y, últimamente, ha quedado reducido a casi la nada. A los cuatro locos molestos de siempre, que hay que dejarse aplastar en silencio. A los votantes del PP y de UPyD y a una parte de los socialistas, de los que están más preocupados por la libertad que por lanzar mensajes conciliadores a los nacionalistas.
A esos nacionalistas que aún hace un año, y junto a la inefable IU, se resistieron a apoyar manifiestos de condena a los ataques a la «Y» vasca promovidos por PP y PSOE en el Parlamento vasco. Porque no estaba claro que fuera ETA, decían. O sea, lo de siempre, negación, cobardía, connivencia. O una de las tres, o las tres.
Tras los crímenes, ésa es la segunda tragedia de la sociedad vasca. La misma, por otra parte, que la de otras sociedades afectadas por el terrorismo. También el terrorismo islamista asesina sobre todo a los suyos, a uno de los nuestros, a los musulmanes. Y son demoledoras, empero, las encuestas realizadas en los países musulmanes. Con nauseabundos porcentajes de apoyo a Al Qaeda. Y, en su defecto, negación. En realidad, no era Al Qaeda. No era ETA. Sigamos viviendo como si no existiera.
http://www.abc.es/20081204/opinion-firmas/nuestros-20081204.html
jueves, diciembre 04, 2008
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