jueves, junio 05, 2008

Ismael Medina, ¡Arriba España! ¿Y por que no?

viernes 6 de junio de 2008
¡Arriba España! ¿Y por qué no?

Ismael Medina

M ARÍA, he recibido tu ponencia. ¡Arriba España!”, fue la respuesta, vía SMS, de José Manuel Soria al texto que le remitió María San Gil. “El Mundo” lo calificó de “mensaje ofensivo”.Y ésta era sin duda la intención del tal Soria, presidente del PP canario, consejero de Economía y Hacienda de la taifa insular y uno de los tres componentes de la ponencia política encargada por Rajoy. Recursos de ésta índole evidencian ignorancia, además de estupidez. Y no creo que debiera sentirse ofendida María San Gil, titular de una durísima brega contra el secesionismo vascongado y ETA, su instrumento de coacción asesina.

Cuando España está abajo, arrastrada por la corriente desintegradora de un tribalismo cavernícola que se disfraza de progresismo, el “¡Arriba España!” recobra vigorosa dimensión de necesaria rebeldía contra todos aquellos que se esfuerzan por hundirla, movidos por intereses electorales mezquinos. Y también al servicio de oscuras disciplinas iluministas.

El “arriba”, en sustitución del “viva” convencional, tiene muy lejanos antecedentes, no sólo en nuestra lengua. Se ha usado siempre como incitación a superar situaciones de decaimiento del ánimo, sean personales o colectivas. Como llamada para afrontar con vigor, ilusión y esperanza coyunturas dramáticas que acongojan y oprimen a una sociedad y amenazan con su destripamiento.

UNA GENERACIÓN QUE HIZO SUYO EL ¡ARRIBA ESPAÑA1

FALANGE ESPAÑOLA hizo suyo el “¡Arriba España!” en una circunstancia agónica para nuestra Patria. Aquélla de la II República de la que todavía guardamos precisa memoria quienes alcanzamos a malvivirla y que tan grande empeño ponen en divulgar una versión falsificada los que, llegados a la existencia mucho después, se empecinan en falsificarla. ¿Cómo no reclamar el “¡Arriba España!” cuando desde una izquierda montaraz e internacionalista se gritaba “¡Muera España!” y “!Viva Rusia!” y una derecha pusilánime no iba más allá, como la actual, de emplastos retóricos y retortijones electoralistas?

Los de mi generación no sólo vimos truncada nuestra infancia por las trágicas realidades en que estuvimos inmersos. Accedimos a la mocedad con una imperiosa necesidad de explicarnos lo que habíamos vivido y de asirnos a una ilusión, a un espíritu de superación y a la esperanza de mejor futuro. De la izquierda nos había impregnado un ansia instintiva de revolución que esa misma izquierda se encargaría de frustrar. Encontramos una primera respuesta emocional en las consignas oficiales entresacadas de los textos de José Antonio Primo de Rivera e hicimos nuestro con vehemencia el “¡Arriba España!”. Pero no sólo con referencia a lo que habíamos vivido en la infancia. También respecto a incoherencias y contradicciones que descubríamos en la nueva situación.

De Ramiro Ledesma Ramos, de quien Ortega y Gasset dijo cuando conoció su asesinato por la milicianada frentepopulista que habían matado un cerebro, aprendimos a hacer nuestra la entera historia de España, con sus luces y sus sombras, con todo lo que de excelso, bueno, extraviado o perverso había tenido. Y de José Antonio Primo de Rivera, el respeto y asunción de lo positivo que tenían unas y otras ideologías y era necesario someter a síntesis creadora.

Fiel a este espíritu, inserto en el irrenunciable “¡Arriba España!”, publiqué un 1º de Abril en el diario “Arriba” un artículo titulado “Victoria también para los vencidos”. Y conviene recordar que con hijos de fusilados por unos y otros convivíamos y comulgábamos de esa misma voluntad joseantoniana de superación.

Ahora, bajo otras apariencias e insidioso maniqueísmo, retornamos a esa vía muerta, sin topes que la frenen y abierta al abismo histórico que tantos de nosotros ya conocimos en carne viva. Pero aún más lacerante, ya que en las distintas trincheras parlamentarias, si así puede llamarse a tan burda ficción democrática, coexiste el denominador común de retener el poder o acceder a él para persistir en el vaciamiento moral de la sociedad y en el desmantelamiento institucional, histórico y moral de España.

MARÍA SAN GIL NO ENCAJA EN UN PARTIDO ACOMODATICIO

EL PP ha tratado de engañarnos y engañarse mediante confusas explicaciones sobre la retirada de María San Gil. Cierto que sus aportaciones a la ponencia política fueron aceptadas. Pero como coartada para que no alzara la voz. El estúpido mensaje de Soria debió ponerla en guardia. Pero descubrió el pastel tras la conversación con Lassalle, enviado por Rajoy para mediar: una cosa era la ponencia y otra la necesidad electoral y estratégica de transigir con los nacionalismos soberanistas y acercarse a ellos, como hace el P(SOE).

Demasiado para una mujer enteriza y con ideales que está amenazada por ETA, ha visto asesinar a uno de sus más entrañables y ejemplares compañeros, lleva tras de sí obligada escolta, ha asistido a los funerales de muchos que se enfrentaron al bandolerismo, conoce de sobra hacia dónde camina el PNV y sus siniestras vinculaciones, ha sufrido los desgarros de la protervas y envilecidas negociaciones del gobierno sociata con la banda criminal, sabe que López y su PSE quieren chupar del bote de un gobierno independentista de coalición, no se le oculta que la sociedad vascongada vive acogotada por el miedo y, a despecho de lo que pueda pensar la nueva guardia de Rajoy, es consciente de que muchos de los electores que al PP faltan en Vascongadas, más de doscientos mil, tuvieron que huir de su tierra para poner a buen recaudo vidas y haciendas y votan en sus lugares de obligado refugio.

María San Gil, valerosa y fiel a sus convicciones, bien podría gritar sin pudor ni desdoro “¡Arriba España!”, por mucho que pese al estúpido y aprovechado Soria, al que sólo parece que le mueve seguir en el machito del poder aunque España se hunda. Con mi propio e irrenunciable “¡Arriba España!” respaldo a María San Gil, ejemplar militante de un partido que al día de hoy no la merece.

ROSA DÍEZ ENTRE EL PATRIOTISMO Y EL RELATIVISMO

DEBIÓ alertar a la dirección del PP el éxito electoral de Rosa Díez, del todo personal, y la excelente acogida que encuentra en buena parte de la sociedad su defensa de la unidad de España, sus anatemas contra los estatutos disgregadores y su exigencia de que en ninguna taifa se coarte la libertad para el uso y el aprendizaje del español. Pero en vez de seguir ese ejemplo, que también le demandan desde el propio partido, la ejecutiva del PP la sienten como enemiga electoral. Es lógico, puesto que por las mismas causas han dejado ir a María San Gil, un valor siempre en alza para los votantes del PP que aman a España y salieron en masa a la calle más de una vez para afirmar su unidad.

También retribuiría a Rosa Díez con un sonoro “¡Arriba España!” al término de esas intervenciones parlamentarias o públicas. Pero Rosa Díez sólo se despega en eso del socialismo laicista. Se le ha visto el plumero fuera de esos temas en algunas votaciones parlamentarias en que se dirimían valores difícilmente separables del ser histórico y cultural de España. Le subleva como vascongada y española la realidad ominosa aquella tierra, tan suya y tan nuestra, y se revuelve contra el crimen terrorista, la falta de libertad, la opresión secesionista y el juego sucio del partido que forzó su abandono. Sigue fiel en lo demás a la dogmática socialista y en exceso influida por Sabater, el mentor ideológico de su partido. Un sujeto que se tiene por filósofo, ansioso de notoriedad y más corrosivo que el ácido clorhídrico. ¿Socialismo nacional? Pues sí en alguna medida, una vez que en su actitud política combina la emoción patriótica con el relativismo materialista.

Al Partido Popular le faltarán argumentos para defender la unidad de España y los fundamentos morales de la mayoría de sus seguidores al rodearse de taifalistas estatuarios que en sus regiones siguen la estela de la inmersión lingüista catalana, vascongada o gallega. Instigan un federalismo o confederalismo encubiertos cada vez más próximos a la deriva rodriguezca.

ORDEN NATURAL DE VALORES FRENTE A RELATIVISMO MORAL

TAMBIÉN la nueva guardia de Rajoy está trufada de laicistas y relativistas que disimulan tales inclinaciones o dependencias con ambigüedades retóricas. No darán una batalla enérgica en cuestiones como la totalitaria y destructora Educación para la Ciudadanía, la defensa a ultranza del no nacido o la legalización de la eutanasia. Ni lucharán con denuedo para revocar la succión partitocrática de las instituciones básicas del Estado de Derecho, defender principios verídicos de igualdad que exceden con mucho de la exacerbación del mujerismo confrontador o restaurar libertades esenciales sin cuya existencia toda presunción democrática se convierte en cenagoso esperpento.

Se ha escrito mucho sobre el relativismo y eludo un debate pormenorizado sobre el tema, pese a su trascendencia en lo concerniente al hoy perentorio de España y a sus desembocaduras. Me vale, no obstante, el encabezamiento de un extenso ensayo que, desde Argentina, me llega por Internet:

“El relativismo moral no es una causa, sino una consecuencia de una acción premeditada por el control y manejo del poder. Tampoco es un error de los “intelectuales bárbaros”, sino una maniobra psicopolítica que deposita en los detentadores del poder el manejo moral de la sociedad”.

“Si yo puedo decidir lo que es moralmente bueno y lo que es moralmente malo en una sociedad y a su vez puedo cambiarlo a mi antojo según las circunstancias, yo tengo el control sobre la conciencia de la sociedad. Y por ende, el control social total sobre los hombres”.

¿Y qué hacer para afrontar la conspiración del relativismo moral? Sólo queda plantear la batalla de la libertad desde “el orden natural de los valores”.

El autor del ensayo a que me refiero es Guillermo Andreu, un intelectual argentino que ahonda en las causas del acelerado proceso degenerativo en que bracea su pueblo y que extrema el consorcio Kirchner-Fernández. El paralelismo entre Argentina y España es incuestionable. Pero sería erróneo circunscribirlo a un reducido número de países con gobiernos que se dicen de izquierda e incluso revolucionarios. El espectro es harto más amplio. Tiene alcance mundial y está asumido también por los partidos que lo esconden bajo etiquetas conservadoras, centristas, renovadoras o liberalistas. El relativismo moral es el fundamento ideológico del Nuevo Orden Mundial, el cual se vale del juego de las alternativas partidistas para mantener la ficción del actual espantajo democrático.

DECADENCIA EUROPEA Y REVITALIZACIÓN ISLAMISTA

LA generalización e imposición del relativismo moral es la causa inocultable de la decadencia de Europa y de su casi absoluta falta de vigor para enfrentarse a los retos históricos que la agobian, el más acuciante de los cuales es la expansión del fundamentalismo islámico. La fuerza del islamismo en su conjunto radica en el arraigo de los valores morales coránicos y su estricta observancia. Pueden resultarnos repudiables y anacrónicos. Pero ahí reside su vigor frente a una sociedad occidental desguazada de sus propios valores religiosos, no otros que el cristianismo. O para mayor precisión, los mantenidos por la Iglesia católica, cuyo universalismo contradice el internacionalismo, o mundialismo, del relativismo materialista.

¿En qué medida la reactivación del islamismo militante y combatiente forma parte de la estrategia del Nuevo Orden Mundial? Parecerá a muchos un absurdo plantearlo así. Pero no conviene olvidar que el relativismo moral tiene sus raíces ideológicas en la filosofía hegeliana. Y más en concreto en que el Estado, para ser fuerte, necesita crear su propia contradicción. Esta es la sustancia del iluminismo, promotor originario de los dos brazos de la contradicción: el capitalismo liberalista y el capitalismo de Estado marxista. Pero una vez cerrada la tenaza y desparecida esa contradicción, el Nuevo Orden Mundial necesitaba promover otras sustitutorias. Un enemigo con el que infundir miedo y aprovecharlo para la promoción de crisis económicas de las que siempre han sacado provecho máximo los poderos financieros asentados en la sala de los botones de del Nuevo Orden Mundial.

EL REALTIVISMO MORAL ANIDÓ EN LA CONSTITUCION DE 1978

PLANTEADA la cuestión en los anteriores términos, resulta del todo comprensible la entraña laicista del transacionismo democratizador en España y de la constitución de 1978. Y también la virulenta arremetida del actual gobierno Rodríguez contra la Iglesia católica y la pareja acción totalitaria encaminada a la demolición de cualesquiera atisbos de valores morales en nuestra sociedad, tan radical y ayuna de disimulo que acaso deba explicarse en la condición de neófito de la masonería de Rodríguez y de tantos de los suyos, amén de haberse instalado en su débil cerebro el fantasma del abuelo.

¿Y la pasividad, cuando no parcialidad, del presunto centro derecha progresista frente a la estrategia desmoralizadora, desintegradota y rudamente anticatólica del actual gobierno y sus socios secesionistas? Es tan descabellada y contraria a las convicciones de una parte sustancial de su electorado que apenas si cabe una explicación plausible: la infiltración resolutiva en sus cuadros de dirección de agentes del Nuevo Orden Mundial a través de sus variadas ramas operativas. Habríamos de admitir en otro caso que el PPestá aquejado de una insanable esquizofrenia política.

Hoy es más necesario que nunca el revulsivo de un nuevo y enérgico “¡Arriba España!”, acorde con la insidiosa realidad en que nos vemos atrapados. El sistema hace problemática su erupción y tampoco cabe abrigar esperanza en esos grupúsculos nostálgicos y generalmente desorientados, además de aquejados de un pugnaz individualismo en sus cabecillas. Creen en España. Aciertan algunos en el diagnóstico de los males del sistema y sus derivaciones. Pero les falta la voz, la música y la poesía que los nuevos tiempos reclaman. La pujanza dialéctica, en definitiva, capaz de conectar con el alma dormida de nuestro pueblo y despertarla con un enterizo “¡Arriba España!” que conmueva los espíritus, en particular los jóvenes, y les impulse a la conquista del futuro. A luchar sin denuedo contra el moderno dragón de las siete o más cabezas.

Desde esta página asediada, un rincón privilegiado de libertad, alzo mi voz frente a cualesquiera Sorias de turno, con mi renovado “¡Arriba España!”. ¿Y por qué no?

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4663

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