jueves 22 de mayo de 2008
Ibarretxe
Ernesto Ladrón de Guevara
T RAS la entrevista de Ibarretxe con Zapatero, el presidente del Gobierno Vasco ha dicho cosas que siguen resultando sorprendentes por mucho que las hayamos oído. Yo no me acostumbro a pesar de que son varias décadas ya con el sonsonete. Para empezar yo no entiendo de qué se puede hablar durante dos horas si el resultado previsto y previsible era la negativa de Zapatero a las exigencias independentistas del lehendakari de la mitad de los vascos. Tampoco entiendo muy bien el motivo de la cita si uno y otro ya iban con las cartas marcadas y descubiertas, a no ser que se hayan pactado cosas que no sepamos o que se pretenda una escenificación de la que ambos actores tengan beneficio con la semiótica del absurdo. La idea más significativa que ha lanzado Ibarretxe es que “Euskadi no es una parte subordinada de España”. Y yo, como ciudadano vasco, pregunto con todo derecho y razón que en nombre de quién afirma tal cosa. A mí no me ha preguntado el lehendakari nada respecto a dicho aserto. ¿Con qué legitimidad desafía al marco constitucional y al Estado de Derecho haciendo una expresión de esa naturaleza como presidente de una Comunidad Autónoma y siendo nada menos que representante ordinario del Estado en la misma? ¿Cómo es posible que en un Estado de Derecho se permita en sede institucional y en representación de un fragmento de Estado, decir nada menos que ese ámbito no está sometido a la Constitución y a las leyes? ¿Cómo es posible que eso se diga desde la tribuna donde reside la voluntad de la soberanía nacional sin que pase nada? Y ¿cómo es posible que a este señor que hace un corte de mangas al Estado constitucional representando al conjunto de los vascos –también a mi persona- se le de categoría de interlocutor institucional? Un Estado serio, precisamente y nada menos que en razón al propio marco jurídico que permite a la Comunidad Autónoma tener un presidente como Ibarretxe y a la voluntad mayoritaria del pueblo español, no permitiría ésto. Sería legítimo que un partido político abogara por lo que dice Ibarretxe –la independencia-, aunque no sea legal, pero es inaceptable por mucho que nos hayamos acostumbrado a ello que lo haga un representante institucional que tiene el deber inexcusable no sólo de cumplir la ley, sino de hacerla cumplir. Esto sólo pasa en un país poco serio como es España en la actualidad. Pero la culpa principal no es de estos personajes de opereta sino de quien da bazas para ello. Es culpa de quienes refuerzan el papel de los nacionalistas en España, es culpa también del Partido Popular de Rajoy que aspira a tener como compañeros de viaje a los nacionalistas para conseguir mayorías parlamentarias –no lo olvidemos-. Es culpa de quienes han pasteleado con los nacionalistas exacerbados durante estos treinta últimos años, de quienes han permitido cotas de poder de los mismos haciendo dejación de sus prerrogativas y mandatos ciudadanos. Es culpa de quienes dan carta de valor a las ideas nacionalistas y les consideran “demócratas de toda la vida” cuando los hechos evidenciados por la historia lo desmienten categóricamente. Alguien me tendrá que explicar y les tendrá que explicar a mis nietos, en razón a qué prerrogativa jurídica o de teoría política se permite este tipo de hechos. Si no fuera porque sería un acto antijurídico, a mí no me preocuparía gran cosa que se hiciera, de una puñetera vez, la susodicha consulta ciudadana. De una vez zanjaríamos la cuestión y punto y aparte. ¿O no...? Quizás no. Puesto que Ibarretxe ya ha dictaminado el sentido del voto de los ciudadanos vascos. Según él no nos consideramos sometidos a España. ¿Entonces para qué consultarnos? Ya ha tomado él la decisión en nuestro nombre. Dice representar a los vascos cuando todas las encuestas de opinión establecen que no más del 15 % de los vascos aceptarían una independencia. Por mí que me pregunten. Tengo unas ganas locas de decirles que soy más español que la pata del Cid. Y a mucha honra.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4628
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