jueves, noviembre 01, 2007

Dario Valcarcel, Un largo olfato

jueves 1 de noviembre de 2007
Un largo olfato

DARÍO VALCÁRCEL
NICOLAS Sarkozy ha olido algo en el aire y ha cambiado de orientación. El centro derecha europeo mostraba poco interés por el calentamiento del planeta, asunto incómodo que le distanciaba del mundo del petróleo, primer sector global por cifra de negocios. Algunas grandes compañías, empezando por la mayor, Exxon, influían (feamente) en grupos y organizaciones para extender hipótesis falsas: no se preocupen, no pasa nada. Centenares de periodistas habían sido comprados (sobornados, opacamente retribuidos). El clima, claro está, permite amplios márgenes de duda. Pero seis plenarios del Panel de las Naciones Unidas, casi 2.000 científicos, han establecido por fin sus conclusiones: la acción del hombre no es ajena al calentamiento de la Tierra. La quema de carbón y petróleo ha acumulado, peligrosamente, CO2 en la biosfera.
Escribimos esta nota como escribiría un cronista venido de una estrella lejana, de raza y cerebro parecidos al humano, interesado por la lengua española, conocida, como se sabe, en otras galaxias.
Posiblemente Sarkozy haya olido, como los perros, lo que al mundo puede venírsele encima. Ha captado, de golpe, la conexión energía-clima-agua, vulgarmente llamada cambio climático. Ha comprendido cómo, de pronto, los plazos han encogido hasta desaparecer casi. Él es el jefe de un estado que aún figura entre los diez más influyentes del mundo. Y ha entrado en acción con esa fiebre rara y veloz de animal extraterrestre, mostrada de mayo acá. Cree que la Unión Europea debe ser un grupo integrador, árbitro de soluciones globales (por cierto, el electoralismo con que ha sido manipulada una frase de Mariano Rajoy sobre el calentamiento planetario muestra hasta qué punto persiste la distancia entre España y Francia, lo mucho que todavía nos separa de un país capaz de medir con prudencia sus reacciones en casos graves: aquí, por contra, todo es ventajismo, pedestre captación del voto).
El presidente francés ha entendido cómo el problema recorre transversalmente la izquierda y la derecha, el Norte y el Sur, el mundo desarrollado y por desarrollar. Sarkozy ha captado, ha pillado la envergadura de la amenaza. Hay que tocar a rebato.
Sarkozy quiere avanzar con Merkel y Brown para forzar una respuesta europea. España e Italia apoyarán. Pero no se trata de sumar masas de habitantes. Hay que incluir, por ejemplo, a los nórdicos, pioneros en la materia. Si Europa demuestra su capacidad de integrar a chinos, indios y rusos con EE.UU. y Japón, la UE habrá ganado una gran batalla.
Pero no se trata de ganar batallas diplomáticas. Una víctima de infarto llega a Urgencias, un accidentado desangrándose, un paciente en estado extremo, ictus cerebral: ningún médico de guardia pensará en victorias de la ciencia, sino en salvar esa vida, pendiente de él.
Aunque no queramos verla, la catástrofe es una posibilidad en modo alguno remota: desertificación/inun-dación, contaminación creciente, radiación a través de la dañada biosfera, deshielos, alza de tres grados en la temperatura media. Pero las gentes son sensibles a la publicidad. Hay un cómodo escepticismo provocado en millones de telespectadores.
Sarkozy es animal imprevisible (animal, ser orgánico que vive, siente y se mueve por propio impulso; pero hay animales extraterrestres que se mueven con inusitada rapidez y seguridad). Con Al Gore, Nicolas Hulot y el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, Sarkozy anunciaba hace una semana las medidas inmediatas adoptadas tras las reuniones del nuevo ministerio, bautizado grenelle-environnement: (1) normas de construcción; (2) normas para edificios públicos; (3) normas de energía; (4) normas de transporte; (5) normas sanitarias; (6) normas agrícolas; (7) pureza del aire (8) impuesto, dudoso, sobre emisiones de CO2, que el presidente habrá de arbitrar. Detalle simbólico: no habrá una bombilla incandescente en Francia a partir de 2010. El jueves, el jefe del Estado ironizaba: Francia ha dado la vuelta en unos meses, decía Sarkozy; nunca me creí capaz de utilizar tales argumentos.

http://www.abc.es/20071101/opinion-firmas/largo-olfato_200711010256.html

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