jueves 27 de septiembre de 2007
Público y playa
DECÍA Hötelling en un teoría de la localización que la maximización de las ventas lleva siempre a las empresas rivales a situarse en el centro del espacio geográfico. Esto explica que los kioscos de helados se arremolinen en el centro de las playas y no en sus extremos. Aumenta así la distancia media que tiene que recorrer el asfixiado comprador, pero también el número de clientes que satisface su demanda a una distancia prudencial. Es el mismo principio que ha llevado a los partidos a situar sus programas en el espacio central del arco político. Zapatero parece haber desafiado ese principio con su apuesta por movilizar al electorado marginal. Pero no es tal, porque esa apuesta se complementa necesariamente con el intento de expulsar al PP a la extrema derecha para que los sedientos consumidores centristas se desesperen ante el largo recorrido hasta llegar al kiosco popular. El partido de Rosa Díez produce un efecto mixto porque proporciona una alternativa cercana a los socialistas desencantados pero contribuye a empujar psicológicamente a los populares al extremo de la playa.
Ha nacido «Público» como un periódico de izquierda sin complejos. En un primer análisis podríamos pensar que tiene vocación marginal. Quizás sea simplemente una operación extraeconómica con la que devolver temporalmente favores recibidos del Gobierno. Pero no parece que el núcleo duro de este proyecto mediático sea ajeno a la lógica económica. Una explicación que compatibiliza teoría y realidad sería pensar que en los tiempos de televisión e internet, los lectores de prensa escrita son un subconjunto sesgado de la población, altamente ideologizado y con posiciones bien definidas que alimentan con su lectura diaria. No habría pues tal centro geográfico donde colocar el kiosco sino que estaríamos ante una distribución bipolar, una típica playa del Cantábrico con dos extremos protegidos del viento. Espero que no tengan razón. No por su proyecto empresarial que me merece toda la simpatía de los que desafían el «statu quo», sino por el bien de España. Porque resultaría entonces que algunos medios no polarizan a la sociedad sino que se limitan a recoger su polarización y convertirla en oportunidad de negocio.
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