domingo, julio 29, 2007

Juan Velarde Fuertes, Las declaraciones de Angela Merkel

lunes 30 de julio de 2007
Las declaraciones de Angela Merkel
POR JUAN VELARDE FUERTES
No es posible olvidar que Alemania es la potencia económica más fuerte de la Unión Europea. En cifra redonda, el total de su PIB a precios de mercado, en el año 2006, en paridad de poder de compra, superó en un 35% al de Francia; en un 28% al de Gran Bretaña, en un 55% al de Italia, y en un 111% al de España. Por otro lado, hacia Alemania dirigimos en 2006 el 11% de nuestras exportaciones, con lo que ocupa el segundo lugar, tras el 19% que se dirige a Francia e inmediatamente por delante de Portugal, que nos adquiere el 9%. Si a éstos añadimos Italia y Gran Bretaña, se abarca el 55% de nuestras ventas al exterior. La política económica, pues, de estos cinco países es vital para nosotros. Por eso lo que oponen Sarkozy, Merkel, José Sócrates, Prodi y Brown debe colocarse en muy primer lugar de nuestra atención.
En este sentido conviene analizar las declaraciones Angela Merkel a Andreas Rinke y Bernd Ziesemer para «Handelesblatt», que se han traducido en «El Economista» de 20 de julio de 2007. En ellas laten varias preocupaciones. En primer lugar, tras criticar las restricciones a la inversión extranjera que existen en Estados Unidos agrega que desearía «dentro de la UE tener un debate» conducente a «una menor influencia estatal en la economía». Y se las arregla para citar como dispares en esto, a Alemania, a Francia y a España. Y con claridad pide a Francia que reduzca el papel estatal en EADS. Hace algún tiempo sobre eso dijo cosas muy jugosas en la Universidad Pontificia Comillas el profesor Donges. No se separa del criterio de éste Angela Merkel. Mayor libertad de inversión internacional y retirada del Estado de los procesos productivos se completa con una firme postura en favor de la independencia del Banco Central Europeo (BCE), y ello para evitar veleidades inflacionistas. No está de acuerdo con la que parece ser la postura de Sarkozy de que los políticos del Eurogrupo manejen más al BCE. Y no le importa que el euro sea fuerte por esa independencia. Las exportaciones no deben conseguirse debilitando las monedas, sino con mayor competitividad. Y no se debe, lo señaló muy claro, orientar la industria europea hacia el mercado continental interior. Es reticente ante la fijación del salario mínimo; busca la economía social de mercado a través de participación de los trabajadores en el capital de las empresas, aun a sabiendas de que los hundimientos bursátiles no incentivan precisamente este tipo de ahorro y, finalmente, se ha embarcado en una reducción impositiva, comenzando por «el gravamen de las sucesiones de las empresas».
Es de esperar que todos estos puntos de vista, en el ya próximo debate electoral español, no se echen en saco roto. Son, en primer lugar, sensatos, y también, hay que subrayarlo, oportunos.

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