miercooles 27 de junio de 2007
Ataque de euforia preelectoral Lorenzo Contreras
En el lenguaje popular de la Iglesia suele decirse que todos los santos tienen octava, es decir, que las grandes celebraciones de ese signo encuentran alguna prolongación en días sucesivos. Forzando la comparación podríamos afirmar que la muerte de los seis militares españoles en el Líbano no está destinada a quedar en un mero episodio de guerra, sino que promete repercusiones políticas. El fallo de los inhibidores de frecuencia que deberían de haber funcionado en los blindados atacados por los islamistas, con destrucción de uno de ellos y el consiguiente coste de vidas, entra de lleno como dato en la agenda de preparativos preelectorales que acumula el PP. Alonso, el ministro de Defensa, ha empeorado con sus declaraciones el aspecto de la mencionada historia de los inhibidores de frecuencia contra los sistemas de activación de proyectiles enemigos a distancia. Es una situación que retrotrae a la trágica chapuza del avión Yak, en tiempos de Aznar, que tantas vidas de militares costó cuando regresaban a España desde Afganistán y cayeron a tierra en Turquía. Por fallos técnicos, desde luego.
El próximo debate sobre el estado de la nación facilita a Mariano Rajoy el primer gran asalto de la precampaña electoral. Nunca como ahora estuvo Zapatero en una situación políticamente tan vulnerable. Esto explica esa especie de ataque de euforia que invade a los dirigentes populares. Para constatarlo basta recordar la selección de “puntos negros” de la legislatura zapateril, desde la negociación con ETA, sistemáticamente desmentida contra todas las evidencias, hasta la “política territorial” que cuestiona el futuro español de Navarra como fundamental elemento de fricción y polémica. De todos modos, la relación de factores aprovechables por la oposición contra el Gobierno de ZP es abrumadoramente numerosa.
La defensa de Zapatero, sin embargo, está ya en marcha. Obviando todo lo que Gara, como boletín informativo de ETA, ha filtrado para conocimiento general, el aparato propagandístico del PSOE, con Pepino Blanco a la cabeza, intentará sacar provecho del fracaso de las negociaciones denunciadas por la banda terrorista. Blanco argumenta, bajo la inspiración de su jefe, que ese fracaso demuestra que el Gobierno no ha capitulado en absoluto ante ETA. Es un primer adelanto del diálogo de sordos en que va a convertirse el tradicional debate.
Mariano Rajoy comparece ya ante la opinión como ganador virtual de las elecciones previstas para el 2008, pero posiblemente anticipadas a octubre próximo. Esto es poco seguro por no decir muy improbable. Zapatero se enfrentaría ya con todos los grandes asuntos en estado de incandescencia. Lo razonable es que tienda a enfriarlos mediante la utilización de la demora del tiempo. Su riesgo, no obstante, es que, una vez más le crezcan los enanos y nuevos conflictos le nublen el horizonte.
En realidad, las mejores impresiones que ha recibido últimamente proceden, valga la paradoja, de la tragedia del Líbano, que le ha reportado una serie de pésames internacionales, entre ellos, como principal, el de Estados Unidos, primero gracias a la reacción del embajador en Madrid y luego, a distancia, por medio de Condoleezza Rice. Una vez más, Pepiño Blanco, obedeciendo órdenes, ha estado presto al quite cuando ha manifestado que Rajoy, con su crítica, ha intentado “lavar su conciencia” por haber apoyado, en su día, desde el Gobierno, la guerra de Iraq. Ahora se advierte que el zapaterismo busca sacar partido de su “sacrificio” por la causa internacional en el Líbano. Una renta difícil, sin embargo, porque lo verosímil es que la política internacional de Zapatero no resulte tomada en serio por quienes han tenido que presenciar sus contradicciones.
miércoles, junio 27, 2007
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