viernes 25 de mayo de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIN FILTRO
Criterio y voluntad política
El ladrillo todavía manda mucho, pero poco a poco el modelo de crecimiento español está girando hacia otros sectores y otras actividades. Eso es más o menos lo que apuntan los últimos datos facilitados por el Instituto Nacional de Estadística. En el conjunto, el dato sobresaliente es que el PIB creció en el primer trimestre de este año un 4,1 por ciento sobre el mismo período de 2006, y trajo consigo un incremento del empleo del 3%. Dos datos macroeconómicos que hacen las delicias de los gobernantes.
Otra cosa es cómo evolucionan las rentas de las familias y, en definitiva, cómo vive la gente. Y aquí sí que las campanas no deben echarlas al vuelo, porque la disparidades no han hecho más que aumentar, entre otras razones debido a la pérdida de peso de los salarios en la economía real.
Por otro lado, habrá que esperar un tiempo para poder comprobar la eficacia de las medidas contempladas en la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a Personas en Situación de Dependencia, más conocida por Ley de Dependencia, como elemento generador de empleo y del que se espera que se beneficien también aquellas ciudades y pueblos con mayor población envejecida. Un aspecto con una incidencia muy clara en el ámbito municipal.
Precisamente todavía falta por regular la participación de los ayuntamientos en la aplicación de la Ley de Dependencia. Una cuestión que apenas ha sido tocada durante la campaña electoral del 27-M y, sin embargo, supondrá la creación de muchos puestos de trabajo vinculados a las nuevas políticas asistenciales, como ocurre en los países nórdicos. El ministro de Trabajo, Jesús Caldera, calcula que en una ciudad como Ourense generará 3.000 empleos, y la mayoría de ellos serán ocupados por mujeres.
Los gobernantes municipales gallegos no deben ser sujetos pasivos ante ese cambio de modelo económico en marcha, ni confiar la suerte de sus municipios a un urbanismo depredador, porque ahí no está el futuro y sería ir en sentido contrario a la flecha del progreso. La referencia válida para los municipios costeros gallegos no es Marbella ni la Costa del Sol o Baleares. Eso no supone menospreciar la construcción, sino reorientarla hacia otros proyectos.
Todavía hay mucha obra pública que hacer en Galicia para dotarse de buenas infraestructuras. Todavía hay muchísimo casco antiguo que recuperar en villas y ciudades, así como de preciosas aldeas abandonadas a los fantasmas y las hiedras. Y, desde luego, hay todo un reto por delante en la remodelación, sea total o parcial, de esos horribles barrios hijos del desarrollismo, en los que la sensación de vivir se ahoga en un mar gris de parcheos. Faltará imaginación, pero sobra donde invertir en capital físico.
Este es el otro debate que no se ha hecho, o si se ha hecho ha quedado semioscurecido por las tormentas de la corrupción urbanística. A pesar de ello, la Ley de Medidas Urgentes para la Defensa del Litoral es un instrumento idóneo para hacer la transición hacia un nuevo modelo, en el que la calidad del medio ambiente y el paisaje se conviertan en recursos valorados social y económicamente, así como en factores clave de competitividad de la economía gallega. Una ventaja diferencial que no se aprovechó hasta ahora por falta de criterio y voluntad política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario