viernes, febrero 23, 2007

Luis Pousa, Por respeto a Idoia

sabado 24 de febrero de 2007
LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Por respeto a Idoia
Agrio debate político ante la inseguridad de las tropas en Afganistán
Dramático recibimiento a Idoia
Entre un fondo magnífico y una forma muy pobre
La dignidad y el bochorno
Todo Friol se vuelca con Idoia y arropa con cariño a sus padres
La política es también gestos y formas. Aristóteles la bautizó como "ciencia de las ciencias"; también, como actividad social que se conjuga con un tipo de actividad moral. Tocqueville decía que los "hábitos del corazón" de los pueblos son indispensables para construir un órden social, mantenerlo y profundizar en él.
En la madrugada del jueves al viernes, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ofreció una de las mejores versiones de sí mismo y de la sociedad a la que, en razón de su alto cargo público, representa. Coherente, por otra parte, con ese deseo suyo, asumido en términos programáticos, de estar cerca de la gente y de sus problemas, al desplazarse por sorpresa al aeropuerto de Lavacolla para rendirle homenaje personal a Idoia Rodríguez Buján, la soldado muerta en acto de servicio en Afganistán.
Fue un homenaje sencillo, casi en familia, sin mayores boatos que los indispensablemente necesarios; pero fue algo muy sentido, muy marcado por los sentimientos en sus expresiones más tristes y más profundamente humanas. Una vida truncada en plena juventud, unos sueños abruptamente rotos, unos padres anímicamente destrozados, un novio deshecho, unos familiares y amigos afligidos y un sinfín de gentes solidariamente conmovidos por la tragedia, repartidos por todos los rincones del país. Todo un universo de sensaciones compartidas que refuerza los vínculos de una sociedad civilizada, compleja y plural.
Dicho en otras palabras, la presencia del presidente Zapatero en Santiago, su encuentro con las personas que esperaban el regreso de malograda Idoia, fue un acto de patriotismo constitucional, en el más puro sentido de la definición de Habermas. Y ya en un plano más íntimo, supone para la familia de la soldado un reconocimiento a ésta no menos simbólico que el de las medallas y, en cualquier caso, cargado de calidez.
Esto es lo importante, y la gresca que han montado los populares, al pedir que, en vez de con distintivo amarillo, la Cruz al Mérito Militar, concedida por el Gobierno a Rodríguez Buján, fuese con distintivo rojo, es un sumando más de la estrategia de confrontación sistemática que vienen aplicando aquellos desde que perdieron las elecciones el 14 de marzo de 2004.
Mariano Rajoy sabe perfectamente que el contingente español destacado allí forma parte de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF), que opera bajo mandato de las Naciones Unidas y está liderada por la OTAN. Su misión es humanitaria y de ayuda a reconstruir un país, cuyos habitantes e instituciones padecen las lacras del terrorismo y del narcotráfico, así como de grupo armados.
Rajoy lo sabe porque él formaba parte del Gobierno, presidido por José María Aznar, que en 2001 accedió a involucrar a España en tales tareas, no constitutivas de una acción de guerra; como también conoce las diferencias, formales y no formales, que existen entre la presencia española en Afganistán y la participación de España, haciendo de comparsa de Bush, en la última invasión americana de Irak, no refrendada por la ONU.
La soldado Idoia se merece el respeto de no ser utilizada como mercancía de confrontación política entre la oposición y el Gobierno. Ya está bien.

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