lunes 21 de agosto de 2006
RUIZ-GALLARDÓN AL DESNUDO EN VOGUE
POSADOS COLINDANTES, por Víctor Gago
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(Libertad Digital - Víctor Gago) El alcalde se interesa en saber si "soy el primero del PP que sale en Vogue después del reportaje de las ministras", según describen las autoras de la entrevista, Yolanda Sacristán, directora de Vogue España, y Olga Ruiz, subdirectora. También confiesa que "antes de vestirme por las mañanas chequeo la agenda", y que, al ver que tenía programada para ese día una entrevista con la elitista publicación de tendencias, pensó: "¿Qué me pongo?", porque se considera un político "muy profesional" y considera que lo suyo "es un oficio y hay que hacerlo bien".
Parte del oficio consiste en asumir que "yo también tengo un uniforme, el uniforme de alcalde" y que en su desempeño no es del todo transparente: "No se produce una transparencia completa", admite Ruiz-Gallardón en la fase más intimista de la conversación. Por otra parte, rechaza a los políticos "producto", dice de sí mismo que "yo no soy la Coca-Cola" y se identifica con los políticos que piensan a lo grande. "¿Quién recuerda a los ministros que manejaban grandes presupuestos frente a los ministros que tuvieron grandes ideas?", se pregunta retóricamente el promotor de la M30.
Su oferta para que el PP "no vuelva a perder unas elecciones" va más allá de elegir un traje o ponerse el uniforme de político profesional. Es una "propuesta de centro", adosada al PSOE. "Hay gente que se acuesta el día antes de las elecciones dudando si vota al PSOE o vota al PP", y Ruiz-Gallardón parece tenerlos fichados. Y aunque se hace el uniforme a medida en "un sastre de la calle de la Victoria, que también fue el sastre de mi padre" y lleva un reloj de cadena que le asoma por el bolsillo del pantalón mientras pasea por el jardín neoclásico de Cecilio Rodríguez, en El Retiro, está seguro de poder lindar con el PSOE, dar el pego a los que se acuestan socialista y se levantan de centro, y no ser confundido con un peligroso radical de derechas.
Se siente víctima de "unos ataques brutales" por parte de "un periodista" de la COPE, del que no habla porque su denuncia contra Federico Jiménez Losantos está bajo instrucción judicial. El alcalde nunca se da por aludido por la indiferencia. Y si, tras perder inapelablemente las elecciones dentro del PP, aún afirma que la suya es la oferta de centro imprescindible para ganarlas fuera, también sostiene que, aunque pasó inadvertido en la última manifestación de víctimas del terrorismo, acudió a ella "sabiendo que iba a ser insultado, zarandeado" porque "desde la COPE se animaba a que se me insultase".
Sucedió todo lo contrario: se animó a los manifestantes a no hacer caso a la provocación del alcalde, cuando un día antes se desmarcó del lema de la manifestación y abogó, como vuelve a hacer ahora en Vogue, por dar carpetazo al 11M.
Tampoco se da por aludido del resultado de la intentona de asalto a la Presidencia del PP de Madrid, en noviembre de 2004. Tiene un recuerdo favorable de la experiencia. No se sintió "poco querido" por los afiliados, sino "menos apoyado" que Esperanza Aguirre.
En alguien que posa en todos todos los filos colindantes con una "proverbial frialdad y una dialéctica cortante como una cuchilla" –que es como lo sienten las autoras de la entrevista, mientras almuerzan con este "encantador de serpientes", como también lo sienten, lo que, a su vez, sugiere la imagen del gremio del glamour como un nido de víboras patrocinado por Prada– , los detalles son definitivos.
En su Curso de Literatura Europea, Nabokov refiere el caso de un limpiacristales que cae de un andamio en la planta más alta de un rascacielos y que, en pleno trayecto fatal, repara en una huella que olvidó repasar en un ventanal, diez plantas más abajo. Detalles así dan para contar una vida entera. Con Ruiz-Gallardón ocurre algo parecido. Cuando da un paso atrás, es sólo para no dejar huellas. El fogonazo de una y todo, de repente, se ilumina. Sucede en pleno posado para Vogue. Se le pide que elija un verso. "Me lo tienes que relacionar con algo", se hace de rogar el alcalde. "El poder", le retan. "Es un verso de Rilke, que dice: La patria del hombre es su infancia" –en realidad es: La verdadera patria del hombre es la infancia– . Poder, patria, infancia y Rilke. La asociación da para un novelón galdosiano, con sastre y reloj de cadena.
Gentileza de LD
domingo, agosto 20, 2006
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