lunes 5 de junio de 2006
La mentira del aborto
Miguel Ángel Loma
N OS dijeron que el aborto era consecuencia del machismo, de los efectos represivos de la cultura judeo-cristiana (esto siempre queda muy bien para una explicación progresista de todos los males), de la ignorancia de siglos a que estaban sometidas las mujeres, de la hipocresía social y de no sé cuantas cosas más, pero que una exhaustiva campaña de información sexual sobre los «benéficos» usos del preservativo y las variadas técnicas anticonceptivas, acabaría con tan criminal práctica. Nos dijeron que al final de este «proceso informativo», el «conflicto» del aborto quedaría prácticamente erradicado, pero que, aun así, era necesario legalizarlo sólo para casos excepcionales, muy excepcionales. En fin, nos dijeron tantas cosas... Pero como entre las cosas que nos dicen y la realidad existen distancias astronómicas, cuando los números cantan, la demagogia queda al descubierto, y los últimos datos facilitados sobre este tema (año 2004) demuestran que ahora, que están a punto de enseñarles a los críos el kamasutra antes que las primeras letras y que al Gobierno sólo le falta crear un «Observatorio de la Anticoncepción» donde las obsoletas cópulas heterosexuales se realicen bajo la supervisión de una sexóloga, el aborto no sólo no se frena, sino que se dispara hasta índices terribles. Y como ejemplo, mal ejemplo, de la evolución de esta masacre criminal, consentida por todos los grupos parlamentarios, utilizaré los datos de la provincia de Sevilla, que son de los que dispongo y que, mutatis mutandis, no creo que difieran mucho de los del resto de provincias españolas (sic). Pues bien, en Sevilla, en 2004 abortaron 5.234 mujeres, un 110% más que en el año anterior. Si hay algo claro en la penosa cuestión abortista (penosa tanto por el ser humano eliminado, como para la mujer que aborta, cuyas graves secuelas psicológicas se omiten), es que la mentira abona todo este campo de exterminio silencioso. Se miente con las causas alegadas para abortar (un 96% adujo problemas de salud mental); se miente con las justificaciones para solicitar la píldora poscoital (un 63% alegó rotura del preservativo), y hasta en mentira han convertido algo en que conveníamos casi todos: aquello de que ninguna embarazada era partidaria de tan repugnante acto. Porque siguiendo con los citados datos, de las 5.243 mujeres que abortaron en Sevilla en 2004, 456 ya habían abortado una vez; 107 lo habían hecho en dos ocasiones, y 50, tres o más de tres veces. Queda claro que para algunas mujeres lo de convertir su útero en un cadalso, tiene su morbo. Queda tan claro, como que la legalización del aborto lo único que produce es más aborto, y que la mentira sólo engendra más mentira.
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