lunes, mayo 22, 2006

No te vayas Torres, Son ellos los que sobran

lunes 22 de mayo de 2006
NO TE VAYAS TORRES, SON ELLOS LOS QUE SOBRAN!
Félix Arbolí

A CABO de leer el artículo, “Váyase señor Torres”, de mi admirado compañero Óscar Molina, con el que tuve la oportunidad de contactar hace unos días, a través del teléfono. No nos conocemos personalmente, aunque siempre he sido un lector apasionado de sus artículos en los que, a pesar de su envidiada juventud, (es más joven que el menor de mis hijos), demuestra una cordura intelectual, una soltura en salir airoso por los terrenos más duros de la crítica y un estilo literario pulido y asequible, que ya quisieran alcanzar avezadas y veteranas plumas que hoy invaden los más diversos medios de comunicación. Su profesión de piloto, preciosa y arriesgada, que le permite elevarse sobre esta tierra incómoda y vocinglera, le da la sensibilidad necesaria para conocer, exponer y tratar cualquier tema de la manera más sincera y convincente. ¡Debe ser maravilloso contemplar desde las alturas, muy por encima de las mismas nubes, cuando el cielo se muestra limpio y azul sin mácula, como desaparece de nuestra vista la tierra y nos damos cuenta de la insignificancia del hombre y sus problemas!. Nos vemos más cerca de ese incógnito lugar donde unos creen que nos premian, otros que nos hacen padecer y los que no creen en nada, ya que piensan que todo acaba cuando nuestra vida física se extingue. No me extraña que desde esa perspectiva las cosas se vean distintas a los que escribimos junto a la ventana y sólo podemos contemplar el panorama asfáltico y urbanístico desde un tercer piso. O como máximo, contemplar el afanoso ajetreo domestico de la vecina de enfrente, (de allende el Atlántico como la mayoría de los que nos rodean), alternando el bullicio de coches y viandantes con esa música salsera y zumbona al máximo de su volumen. ¿Verdad que es distinto pensar en ambos escenarios y “parir” un nuevo artículo? Y tras esta introducción, viene el asunto que me trae un tanto desconcertado. Dices y me alegro, que eres colchonero a tope, incluido uno de tus dos chavales, ya que el otro se nos ha ido al bando merengue. En casa desde el que suscribe, hasta los nietos, pasando por los hijos y hasta por la propia mujer, todos somos atléticos hasta la médula. Mi mujer, no es aficionada al fútbol, ni ha pisado un estadio en su vida, pero ante el exclusivo tufo colchonero que se respira en la familia, sus simpatías se decantan hacia esa equipo. Podemos estar más o menos de acuerdo en nuestros criterios y colores políticos aunque, en honor a la verdad, nunca se haya alterado la paz familiar por esta posible disconformidad ideológica, pero somos una piña, sin la menor fisura, cuando se trata de nuestro Atlético. Afortunadamente para todos. Del Madrid son millones en el mundo y lo eligen como disolvente de posibles altercados sociales o políticos, desde los tiempos de Santiago Bernabeu con Franco, a los de cualquier gobierno que quiera congraciarse con el mayo número posible de votantes. Hasta el señor Aznar se fotografiaba, siendo presidente del Gobierno con la blanca camiseta y confesaba públicamente que se consideraba frustrado al no poder emularse a esos fenómenos merengues. Los demás equipos españoles no contaban para el jefe político de toda España. Es el equipo elegido para representar a la Villa y Corte más allá de nuestras fronteras, el favorito de las grandes competiciones y trofeos que se organizan y el mimado a la hora de cambiar su antiguo estadio por una ciudad deportiva espectacular, un campo de fútbol fuera de lo normal y un remedio efectivo y eficaz para sanear su crisis económica. Del Atlético, sólo somos los que sentimos de verdad los colores del equipo, ya que sabemos que es una opción que nos va a suponer más días y jornadas de sufrimientos y sobresaltos, que de alegrías y fortuna. Somos, lo reconocemos, los sufridores. Y no nos molestan que nos llamen así, pues hemos elegido libremente el camino difícil para transitar por esos momentos de ocio y diversión. Pero podemos presumir de formar una afición como no hay otra igual en el fútbol español. Unos aficionados que seguimos a nuestro irregular equipo vaya a donde vaya y figure en lo más alto, mediano o más bajo de la tabla de clasificación. Hasta en segunda lo hemos animado y hemos estado a su lado ayudándole, animándole y sufriendo sus injustificables desidias, errores y vagancias. El problema del Atlético, no es Torres si, Torres no. El único problema, y su única y posible solución es que encuentre a una directiva seria, que ame al equipo tanto o más que su afición y esté dispuesto a dar el do de pecho por conseguir los fichajes adecuados a un equipo de su categoría, como hace el Madrid, y dejarse de tacañería y mercantilismo, pues con estas “compañeras de viaje” no se puede andar por la liga en la división de honor. No me explico por qué obligaron al Atlético y otros muchos equipos a constituirse en sociedades anónimas y no lo hicieron con el Madrid, el Barcelona y el Bilbao. No comprendo esta diferencia entre unos y otros. Si tuviéramos la oportunidad de que los socios fueran los dueños del equipo y los que eligen a su directiva, otro gallo nos hubiera cantado y con mejor y más brillante plumaje. Cambiamos de entrenadores como de camisas, vendemos a nuestros mejores del terreno de juego para invertir su importe en tres desconocidos que, lógicamente, no dan el juego apetecido y ahora para colmo quieran y hablan de desprenderse de uno de nuestros mejores valores: Fernando Torres. En lugar de echar a los mediocres y contratar a los mejores del mercado, somos tan bobos que nos desprendemos o pretendemos desprendernos de uno de los mejores que tenemos. Una promesa que surgió de la cantera y se ha convertido en una espléndida y codiciada realidad. Al igual que nos pasó con Raúl, de la cantera atlética, sobrino de un veterano y querido atletista y se lo lleva el Madrid olímpicamente, porque a la hora de la verdad están demostrando que son más lanzados, más inteligentes y mejores gestores que los nuestros. A las pruebas me remito y no hay ánimo de ofensa en llamar a las cosas por su nombre y descubrir la auténtica realidad. Juzguen ustedes mismos. No estoy de acuerdo con tu postura querido Óscar, de que Torres debe irse a otro equipo. Es tanto como tener una cesta llena de manzanas y a la hora de decidir y seleccionar entre buenas y malas, nos quedáramos con las pochas y nos deshiciéramos de las maduras y sabrosas. Según esa teoría, formemos un equipo con los suplentes de cualquier equipo de tercera e incluso segunda regional y demos suelta a nuestros mejores fichajes. Mejor, en este caso, que desaparezca de una vez el Atlético de Madrid porque, por lo visto, no es digno de contar entre sus filas a jugadores de valía, sólo a los “desechos del fútbol”, no ya digo nacional, sino regional. ¿No sería mejor rascarse el bolsillo y contratar a un buen entrenador o quedarse con el que tiene, que no lo ha hecho tan mal, seleccionar a los cuatro o cinco que han dado y pueden dar juego decisivo en el futuro y al resto con muy buenas palabras, pero evidentes razones, decirle que su juego y rendimiento no son los aconsejables y necesarios para un equipo de tanta categoría?. ¡Adiós muy buenas!. Si no quieren o pueden rascarse el bolsillo, los que tienen el deber de contratar, que no se metan a dirigir equipos de primera categoría, que lo hagan con tantos como pululan por los pueblos de nuestra Comunidad, donde a lo mejor ganan más o, al menos, no dan tantos sobresaltos y cabreos a una afición que tienen hasta los mismísimos…. de aguatar tanto y seguir esperando el merecido milagro de no continuar siendo los “pupas” de la liga año tras año. Torres, no te vayas. Por favor. Te necesitamos y confiamos en ti. Que se vayan los que antes y después con egoísmos, escándalos y racanerías han llevado al equipo al borde de su extinción. Tu no tienes la culpa de nada. Eres un engañado (como todos los que sentimos esos colores muy dentro), al comprobar que tus esfuerzos, tu indiscutible valía profesional y tu amor al equipo, no ha tenido la respuesta esperada por parte de los responsables. Pero pienso que algún día esto tiene que cambiar. Espero que no sea ya demasiado tarde. Zapatero del Barcelona, Aznar del Madrid y, ¡qué pena!, ninguno del Atlético. Ya se nota. Hasta para eso hemos tenido mala suerte Dicen que sí, que tenemos al Príncipe pero, éste, por lo visto sólo tiene ya dos pasiones: su mujer y su hija.

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