viernes, febrero 23, 2007

Fernando Onega, Milagro, Perder votos es ganar

sabado 24 de febrero de 2007
Milagro: perder votos es ganar
Fernando Ónega (La Voz de Galicia)

L A ESPAÑA política padece una enfermedad nueva, aunque todavía no está catalogada en el listado de la Seguridad Social. Se denomina «encuestitis» y sus dos síntomas principales son los siguientes: aparecen sondeos por todas partes y crean una fiebre de especulaciones en los partidos y otros centros de poder. Sus efectos secundarios más habituales son el estado depresivo en los enfermos que no consiguen una aceptable recuperación y el síndrome de euforia en los demás. Los primeros se distinguen porque declaran a los medios informativos que «la única encuesta válida es la que se celebra el día de las elecciones». Quienes más han dicho esta frase ocupan lugares destacados de los cementerios políticos. De los segundos, los afectados por el síndrome de la euforia, el mejor representante fue ayer don Eduardo Zaplana, que no sólo adivina a su partido (el PP) comiendo el turrón en la Moncloa en el 2008, sino que ve a su jefe Mariano Rajoy como el líder de la oposición más valorado de la historia democrática de España. La declaración de Eduardo Zaplana, que basa su análisis en el barómetro que ayer difundió el CIS, se ha quedado muy corta. Su partido tiene mucho más mérito: sigue bajando en intención de voto; ha perdido tres décimas en este último trimestre; sin embargo, consigue el prodigio de acercarse más al poder. Y es que su adversario, el PSOE, pierde más. Ha perdido medio punto, y ahí las matemáticas no fallan: si uno pierde cinco décimas y otro pierde tres, quien gana es el que menos pierde. Estamos, por tanto, ante una variante médica nunca vista. Que tomen nota los politólogos del mundo: España es el país donde un descenso continuado de votos puede conducir de forma paralelamente continuada a ganar las elecciones. En cuanto a la valoración de líderes, ocurre algo digno también de estudio. Cuatro ministros del Gobierno obtienen mejor puntuación social que el presidente y, sin embargo, a nadie se le ocurre discutir el liderazgo de ese presidente. El jefe de la oposición obtiene peor calificación que la ministra peor valorada -que es, como cualquiera se imagina, la de Vivienda-, pero es el líder indiscutible del llamado centroderecha. Y tampoco se pierdan este dato: la mitad de los consultados creen que el PP hace una oposición «mala o muy mala», pero lo recompensan encaminándolo hacia el Gobierno. Es como decir: ya que lo hace mal como oponente, que pruebe como gobernante. Todo esto es fantástico. El CIS nos anunció ayer un futuro político donde Mariano Rajoy, si quiere ser presidente, no tiene que hacer nada. No tiene que proponer nada. Incluso puede ganar perdiendo votos. Le basta con desgastar a Zapatero. Quizá eso explique su línea de oposición.

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