jueves, octubre 18, 2007

Xavier Navaza, La soledad del corredor de fondo

jueves 18 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
CORRESPONSAL EN GALICIA
La soledad del corredor de fondo

Sostiene Antón Losada, ex secretario general de Relacións Institucionais, que la comisión bilateral Xunta de Galicia-Gobierno central se ha reunido "catorce o dieciséis veces" desde aquel día 28 de febrero de 2007 en que el vicepresidente Anxo Quintana y el entonces ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, presentaron, bajo los focos del laberinto, la puesta en escena de un acuerdo que aspiraba a ser histórico y que situaría el diálogo Madrid versus Compostela en una onda jamás alcanzada con anterioridad. Vaya, que la gloria estaba literalmente al alcance de la yema de sus dedos.
En apenas ocho meses, dieciséis reuniones son muchas reuniones; si se hacen cuentas, sale una cada quince días. Lo cual es mucho hablar si hemos de atenernos a los resultados: quiebros y dilaciones sin cuento por parte de los enviados de la ministra Elena Salgado, sucesora de Sevilla, y apenas dos acuerdos tangibles para abrir el apetito: el traspaso, al Gabinete galaico, de la facultad para expedir títulos de gestor administrativo; y la renuncia expresa del Ministerio de Administraciones Públicas a llevar a cabo una impugnación de la Ley de Horarios Comerciales de Galicia. O sea, que la señora Salgado nos perdonaba por querer legislar en serio en los procelosos ámbitos comerciales de la nación.
Atrás quedaron, sin embargo, otros asuntos de mayor enjundia para nuestra tierra. E incluso la propia reforma de la comisión bilateral se estancó en algún lugar de la fronda burocrática española. Diga lo que diga Losada -por suerte recuperado para el debate mediático del ruedo ibérico- tal cartera de resultados no ha cumplido las expectativas de nadie; y menos las generosas expectativas del joven Quin, quien a menudo ha sido atrapado en el juego de espejos que trae consigo una acción política más basada en los deseos que en las realidades; más interesada en sus sueños periféricos que en el conocimiento y en el combate de la durísima vigilia del Centro.
En realidad, el Centro nunca duerme. Si lo sabrá el alaricano, cuya figura es la del solitario corredor de fondo, empeñado en una lucha sin tregua pero también sin aliados en la Villa y Corte de Madrid. Ése es su principal problema: no cuenta con una verdadera agenda de contactos en Madrid, enlaces de peso, patricios amigos, valedores capaces de abrir las puertas de las torres almenadas de los ministerios, que se resisten -como gato panza arriba- a ceder parte de sus atributos a Compostela. Emilio Pérez Touriño podría ayudarle, si quisiera, pero la agenda del premier no coincide con la del joven Quin.
SIGLO XXI
Habitación con vistas al centro de Madrid
No es la primera vez que una autoridad del Gabinete autonómico galaico siente el peso de la soledad en la capital de España. Y salvando las distancias, peor que Anxo Quintana llegó a encontrarse, en ocasiones, Fernando González Laxe, que presidió la Xunta de Galicia entre 1987 y 1989. Los más viejos del lugar recuerdan aquella vez en que don Fernando se disponía a pronunciar una conferencia en el prestigioso Club Siglo XXI, mientras sus más directos colaboradores del ala derecha del palacio de Raxoi asistían, compungidos, colgados del teléfono en la habitación de un hotel de relumbrón, a la fuga de toda cuanta autoridad del universo socialista español había sido tocada para que presentase al titular de la Xunta de Galicia ante la élite política de Madrid. Nadie quiso hacerlo y González Laxe se vio obligado a suspender aquella conferencia horas antes del momento previsto para realizarla .

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