jueves, octubre 18, 2007

Xavier Navaza, La bolsa electoral de los mayores

viernes 19 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
La bolsa electoral de los mayores

Cuando los asesores áulicos de Manuel Fraga organizaban aquellas formidables sentadas en torno a las calderas del pulpo y una interminable serie de empanadas apetitosas, sabían lo que se traían entre manos: hoy por hoy, son ocho los millones de personas mayores que participan de la fiesta electoral en toda España, todo un banquete -democrático y mercantil a un tiempo- imprescindible para quien aspire a gobernar sobre el laberinto.
En cuanto a Galicia se refiere, sabemos que nuestra población es una de las más envejecidas del ruedo ibérico... aunque también nuestros pensionistas están entre los peor pagados de los países de nuestro entorno, con ingresos que incluso se sitúan por debajo de otras comunidades autónomas hermanas. Lo cual pone de relieve que la famosa cohesión social y territorial del Estado español sigue siendo una asignatura pendiente tres décadas después del inicio de la Transición hacia las libertades.
La tentación debe de ser tanta y tan magnética para nuestros queridos dirigentes políticos, que hasta figuras del nacionalismo -como Anxo Quintana- se dejaron llevar por el guión establecido antes por Fraga para ponerse en comunicación con las doradas playas de la Tercera Edad. Probablemente el vicepresidente de la Xunta de Galicia perdió la virginidad el día en que apostó por la primera romería de ancianos de su vida.
A veces da la impresión de que, para tratar con el universo que pueblan nuestros mayores, lo mejor es seguir al pie de la letra la hora de ruta que marcó hace tiempo el veterano león de Vilalba. Un ingenio formalmente caracterizada por el populismo y una cierta dosis de sentimentalismo generacional, pero sin compromisos sociales y económicos de entidad, situados a la altura humana de ese inmenso colectivo ciudadano al que tantas cosas debemos todos y cuya labor tan pocas veces hemos sabido agradecer con justicia.
Pues bien, lejos de todas esas lindezas que Fraga y el joven Quin parecen compartir, ayer tuvo lugar en A Coruña un acontecimiento que nos indica que aún es posible la dignidad.
Se trata de la inauguración del centro La Milagrosa, destinado a la atención de personas mayores y puesto en marcha en el contexto de la aplicación, en nuestro país, de la Ley de Dependencia que impulsa el Gobierno central a través del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Este centro, que abre una nueva etapa, será directamente gestionado por la Unión Democrática de Pensionistas, una jovencísima y emprendedora organización que echa por tierra las viejas teorías de la nostalgia. Chapó.
ÍNDICE GENERACIONAL
El grado de madurez de todo un país
La Ley de Dependencia, impulsada por el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, es sin duda una de las grandes bazas del Partido Socialista a la hora de afrontar la cita con las urnas de la próxima primavera. Y el inmenso botín que las personas mayores poseen en materia electoral es todo un acicate para que las administraciones públicas se vuelquen en ese ámbito social, sin paternalismo y sin complejos, con valentía presupuestaria, en la medida en que el trato que los mayores reciben es posiblemente uno de los índices que mejor mide el grado de madurez democrática y cultural de todo un país. Había que ver, ayer, en A Coruña, a María Luisa Ansorena, hermosa e inteligente, compartiendo la escena con la secretaria de Estado Amparo Valcarce. Ansorena es la presidenta de la Unión Democrática de Pensionistas de la ciudad herculina, que se encargará de la gestión del centro inaugurado ayer .

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