martes, octubre 23, 2007

Xavier Navaza, El ex ministro que perdio la palabra

miercoles 24 de octubre de 2007
XAVIER NAVAZA
corresponsal en galicia
El ex ministro que perdió la palabra

Ala ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, se la conoce en ámbitos próximos a Anxo Quintana -vicepresidente de la Xunta de Galicia- como "la mudita". Pues bien, ayer, aprovechando que se daba un garbeo por la ciudad de Lugo, la ministra abrió la boca por primera vez para hablar del contencioso que el joven Quin mantiene con el Gobierno central... por culpa de las promesas que el día 28 de octubre del año en curso le hizo Jordi Sevilla, antecesor de la señora Salgado. A cambio, el que guarda ahora un hermético silencio sobre sus propias palabras es Sevilla, todo un ex, metido de lleno en el aparato electoral del Partido Socialista y a las órdenes directas de Pepe Blanco. Vaya, que entre gallegos anda el juego y ya nadie sabe quién sube o baja y si se le espera para cenar.
Doña Elena sostiene que no le consta que su departamento haya adquirido y cerrado jamás ningún compromiso con el joven Quin, cuando el titular de la cartera era el señor Sevilla. De modo especial, dice la ministra, no hay nada que se refiera en concreto a la posibilidad de transferir al Gobierno que preside Emilio Pérez Touriño las competencias en materia de Salvamento Marítimo, hoy en manos exclusivas del Gobierno central: "Yo no he encontrado ningún escrito en el que eso estuviera de manifiesto y no hay documentos que nos digan que esa transferencia estaba planteada de verdad". Además, sugiere la señora Salgado, ella jamás se avendría a realizar ese traspaso de competencias a Galicia.
La titular de Administraciones Públicas comparte las tesis del Partido Popular en materia de transferencias a las comunidades autónomas. De modo singular, comparte la posición de Manuel Fraga: "Lo que se debe plantear es la firma de convenios de colaboración", dice la ministra, "más que la transferencia de una competencia". Lo mismo decía don Manuel, el veterano león de Vilalba, cuando estaba al frente de la Xunta. De hecho, así surgió la Policía Autonómica de Galicia, contemplada como el producto de un convenio de colaboración entre los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y las instituciones autonómicas establecidas en Compostela, no como un organismo de nueva planta que asumiese responsabilidades de alto nivel.
Es decir, algo muy distinto a lo sucedido tanto en Catalunya como en Euskadi.
Y así nos va. Lo más sorprendente es que la posición de Elena Salgado adelanta cuál ha de ser el trato que, llegado el momento, recibirá la demanda de las competencias de Tráfico para Galicia: todo lo más, será un convenio de cooperación entre Madrid y Compostela, pero con toda la capacidad de decisión centrada en la capital de España.
Con la entrada en escena de la ministra se pone de manifiesto que, a veces, la palabra de un ministro puede valer lo mismo que el suspiro de un gorrión desnudo en pleno invierno. Porque, en efecto, el entonces ministro Sevilla prometió lo que prometió al vicepresidente Quintana: "Constatamos", dijo el antecesor de Salgado, "que la voluntad política de ambos gobiernos es proceder a esos traspasos, evidentemente, siempre que la discusión y las condiciones de la ponencia técnica en su momento lo permitan". Literal. Lo malo es que el alaricano echó las campanas al vuelo antes de tiempo y dio por sentado cosas que aún habría que pulir a fondo, muy a fondo. Pero la palabra estaba dada.
LA GUERRA DE LUGO
Ricardo Varela se ha pasado
Pico de acero, le puede su condición de secretario de Organización del PSdeG sobre el mandato cordial que emana de su pertenencia al Gobierno de todos los gallegos. Ricardo Varela, esta vez, se ha pasado dos pueblos: al tachar de "matones" y "prepotentes" a sus vecinos del BNG, ha echado por tierra cualquier posibilidad de alcanzar la paz en el ayuntamiento de Lugo. Insultó con dureza al nacionalista Anxo Laxe, pero sus palabras han calado muy hondo en el Benegá .
DEMONIZA, QUE ALGO QUEDA
De Serrabal a la Ciudad Condal
Tiró del hilo la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, y el ovillo desencadenó ayer una sarta de especulaciones sobre la causa verdadera que ha llevado a los ferrocarriles de Catalunya al borde del caos. Dijo Álvarez que el incumplimiento de los plazos, en la ejecución del conflictivo tramo del AVE que ha provocado un cul de sac en los caminos de hierro de la Ciudad Condal, se debe a una sola empresa: la constructora OHL, culpable de todas las incidencias. Lo más notable es que esta empresa la preside Juan Miguel Villar Mir, propietario de la empresa que explota los yacimientos de Serrabal. Suficiente para que el ­diputado nacionalista Francisco Rodríguez se lanzase a degüello, preguntándole a la ministra si ambas cosas podrían estar interrelacionadas: o sea, que si los retrasos del AVE catalán forman parte de una venganza diseñada a un tiro de piedra de Compostela. Demoniza, que algo queda, es la consigna especial de la ­temporada .


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