domingo, octubre 21, 2007

Victor Llano, Los delirios de un chiflado

lunes 22 de octubre de 2007
Noticias de Cuba
Los delirios de un chiflado
Cada poco Zapatero les regala veinte millones de euros. Siempre encontraron y encontrarán a un desalmado que les auxilie con lo que no es suyo.

Víctor Llano
Hugo Chávez ya encontró nombre para la locura con la que sueña. El golpista venezolano quiere integrar –en una confederación de repúblicas– los escombros y prostíbulos que rodean a las más de doscientas cárceles castristas con los petrodólares que roba a los que cree que se conformarán por los siglos de los siglos con no ser más que ignorantes y complacidos súbditos. Sin embargo, y a pesar de que nunca dejarán de sorprendernos las chifladuras de unos y la docilidad de otros, lo más probable es que los sueños del gorila rojo no sobrevivan a la muerte de su compadre.
A día de hoy, a Chávez únicamente le consta que cuenta con la simpatía, simulada o no, de Fidel Castro. Mientras éste viva no conocerá qué piensan de él los herederos del coma-andante. Se equivoca si cree que van a poner a su disposición los frutos de 48 años de infamia. Ya están muy mayores para eso. Más les valdrán pájaros en mano que cientos volando. No necesitaron de él para fusilar a mansalva. ¿Por qué van a unir el resto de su vejez a las locuras de un alumno más o menos aventajado? Lo más probable es que acierte Carlos Alberto Montaner y no sientan por el enajenado discípulo más que un profundo desprecio.
Pronto saldremos de dudas. El Monstruo de Birán no está para estrenar muchos más chándales. Es más, tampoco a Raúl Castro y a sus generales les queda mucho por vivir. Para alcanzar sus tumbas no necesitarán compartir la Isla-cárcel con Chávez. Les basta con lo robado para mantener el terror que les permite disfrutar de las rentas del inmenso lupanar en el que encerraron su barbarie. Además, cada poco Zapatero les regala veinte millones de euros. Siempre encontraron y encontrarán a un desalmado que les auxilie con lo que no es suyo.
Quienes no están dispuestos a esperar por los delirios de Hugo Chávez, son los miles de cubanos que, lejos de aprender a ser como el carnicerito de la cabaña, prefieren asumir el riesgo de morir devorados por los tiburones antes de seguir disfrutando de los placeres que les ofrece el paraíso comunista.

No hay comentarios: