martes, octubre 23, 2007

Urbaneja, Entre ocurrentes y frivolos

miercoles 23 de octubre de 2007
Entre ocurrentes y frívolos Fernando González Urbaneja

Mariano Rajoy y Mariano Bermejo son dos tipos con estudios, con oposiciones bien ganadas, que han chapado temas con preparador para llegar a registrador el uno y fiscal el otro. Ahora andan en la política el primero de toda la vida y el otro desde fechas recientes. De ambos cabe esperar mesura, consistencia, seriedad…, aunque sólo sea por los estudios acumulados. Pero bien pudiera ocurrir que anden relejados, dispersos, con lecturas distantes en el tiempo y, puestos ante los micrófonos, les sale la culturilla de solapa, lo que han oído a vuela pluma y lo que se les ocurre entre declaración e inauguración.
La pedrada de Rajoy al cambio climático en el transcurso de un coloquio ante un auditorio importante es de época. Un par de años atrás podría haber sonado bien, tomarse a broma el neomaltusianismo sobre el clima no estaba mal visto. Ahora, tras la reciente cumbre de los anti-Kioto, encabezada y dirigida por el mismísimo W. Bush y después de las declaraciones de la Comisión Europea durante el mandato de la canciller Merkel, pertenece al ámbito de la frivolidad de tertulia de amigotes.
¿Dónde se creía que estaba Rajoy? ¿No le pasaron un papel sintético sobre esta materia para evitar patinazos? Puede no estar claro el ritmo ni el alcance del calentamiento, no es probable que ocurran los males que algunos anuncian, pero no se puede frivolizar con el problema climático, ni aun para marcar distancias con el premio Nobel Al Gore. Y menos sobre la base de los comentarios de un primo de Sevilla que es físico. Era un coloquio, era distendido, no debe pasar de anécdota… pero rebela una ligereza y un déficit de reflejos que asusta.
Al líder de la oposición podía haberle sobrado con haber leído la interesante serie de artículos del profesor Sala i Martin en La Vanguardia para hacer un comentario ingenioso y solvente, para marcar distancias con Gore y fijar una posición inteligente. Tiró por la vía fácil y le ha salido un churro que le pasa factura. Para rematar, Esperanza Aguirre, sin que venga a cuento, dice compartir todo cuando dice su jefe político, como para dejar clara la fidelidad, pero sin reparar que no es para tanto, que la lealtad no exige llegar tan lejos, la verdadera lealtad no está en aplicar la fe del carbonero y decir que es negra hasta la harina blanca.
Y simultáneamente, el ministro de Justicia, preocupado por la falta de vocaciones a judicatura, pone el solfa el sacrosanto sistema de oposiciones con un comentario frívolo sin reparar en que en vez de rebajar las exigencias del sistema opositor (rebajar el precio de entrada) conviene actuar sobre el atractivo de la carrera, proponer incentivos para que opten a juez los mejores.
De manera que estamos en manos de gentes un tanto ligeras de lengua, con circulación rápida entre el oído y la boca sin pasar un rato por el cerebro.
fgu@apmadrid.es

http://www.estrelladigital.es/a1.asp?sec=opi&fech=24/10/2007&name=urbaneja

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