lunes, octubre 08, 2007

Thomas Sowell, Columbia, Duke y los medios de comunicacion

martes 9 de octubre de 2007
Visiones
Columbia, Duke y los medios de comunicación
El "valiente" Bollinger no hizo nada por castigar a esos estudiantes que emplearon tácticas más propias de tropas de asalto que de universitarios para censurar un punto de vista que no les gustaba.

Thomas Sowell

En la página 28 del New York Times del 30 de septiembre, justo enfrente de las necrológicas, en un pequeño espacio en la parte de abajo del tamaño de una tarjeta de felicitación aparecía una noticia. Era un extracto de un teletipo de Associated Press sobre Richard Brodhead, presidente de la Universidad de Duke, que se disculpaba por "no haber sabido apoyar mejor" el año pasado a los jugadores de lacrosse de Duke cuando fueron acusados de violación.
Cuando esta noticia salió a la luz por primera vez el año pasado, fue un bombazo. No sólo fue portada del New York Times, sino que también fue el tema de infinidad de columnas y editoriales. De hecho, por la manera en que se dibujaron las cosas en ambas secciones del periódico, era realmente difícil no llegar a la conclusión de que los estudiantes eran culpables. Pero ahora que el presidente de la Universidad de Duke pide disculpas por el modo en que trató el caso, lo entierran al pie de la página 28, frente a las necrológicas.
No hay nada que lleve a pensar que el Times se vaya a disculpar por unirse al linchamiento en el caso de la "violación" de Duke, como tampoco lo hizo anteriormente en el caso de la "violación" de Tawana Brawley y como tampoco hará probablemente cuando se le presente un asunto similar de nuevo.
En el teletipo completo de Associated Press, incluyendo la parte desechada por el New York Times, Richard Brodhead decía lamentar que la universidad no hubiera sabido "tender la mano" a los jugadores acusados, "provocando que las familias se sintieran abandonadas cuando más apoyo necesitaban". Brodhead recibió una gran ovación tras su discurso en la facultad de Derecho de Duke, pero calificar de "sesgadas" sus palabras sería demasiado caritativo.
El problema nunca fue la falta de apoyo a los estudiantes o a sus familias. Las universidades no tienen capacidad para determinar la culpabilidad o la inocencia de nadie. Ese es el motivo de que los juicios se celebren en los tribunales en lugar de en los campus. No era, por tanto, asunto de la universidad "apoyar" a nadie, ni a los estudiantes ni a aquellos que les estaban acusando.
Lo que hizo Brodhead fue unirse al pelotón de linchamiento del campus despidiendo al entrenador de lacrosse, cancelando el resto de la temporada del equipo y suspendiendo a los estudiantes. Ahora, tras alcanzar un acuerdo extrajudicial tanto con los estudiantes como con el entrenador del equipo de lacrosse despedido, Brodhead ha conseguido una ovación cerrada en su propia facultad de Derecho por una disculpa que dejaba a un lado el verdadero problema y que bien podría formar parte del acuerdo con los damnificados.
Brodhead no es el único presidente de universidad capaz de pasearse por las cloacas y aparecer oliendo a rosas, al menos para los profesores y los periodistas. En la Universidad de Columbia, su presidente, Lee Bollinger, recibió toda clase de alabanzas por su valor al permitir que el presidente de Irán Mahmoud Ahmadineyad diese una conferencia en el campus. "Empobrecería el debate público" excluir a oradores tan controvertidos como Ahmadineyad, aseguró Bollinger.
Pero, aparentemente, "no empobreció el debate público" el que a un representante de Minuteman, una organización dedicada a luchar contra la inmigración ilegal, le interrumpieran su conferencia y le impidieran hablar con total impunidad en su misma Universidad de Columbia a comienzos de año. El "valiente" Bollinger no hizo nada por castigar a esos estudiantes que emplearon tácticas más propias de tropas de asalto que de universitarios para censurar un punto de vista que no les gustaba.
Desgraciadamente, la Universidad de Columbia no es la única ni en sus dobles raseros ni en su lenguaje con doble sentido. Un decano de Harvard, allá por 1987, puso límites al número de conferenciantes externos "controvertidos" permitidos en el campus, con el argumento de que era caro proporcionar la seguridad extra necesaria para evitar altercados o violencia. Puesto que los únicos oradores cuya presencia era probable que provocara altercados o violencia en el campus eran aquellos que no gustaban a los estudiantes de extrema izquierda, este acto de rendición preventiva le dio a las tropas de asalto del campus un veto de facto sobre quién podía hablar en la universidad.
El verdadero problema de estas y otras universidades es que nadie tiene por qué asumir ninguna responsabilidad. Encontrándose el poder en el profesorado, los administradores pueden evadir responsabilidades; mientras, los regentes no están presentes el tiempo suficiente como para ejercer el poder que legalmente les pertenece. Por otra parte, mientras el alumnado y los demás donantes sigan enviando dinero, no hay ningún precio que pagar por ceder a las amenazas de los ideólogos del campus.
Thomas Sowell es doctor en Economía y escritor. Es especialista del Instituto Hoover.© Creators Syndicate, Inc.

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