jueves, octubre 25, 2007

Serrano Oceja, La traca final de los Acuerdos

jueves 25 de octubre de 2007
ACOSO DEL PSOE
La traca final de los Acuerdos
Por José Francisco Serrano Oceja
Ahora que según la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia el budismo es una religión de notorio arraigo en España, podemos empezar a pensar que los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español, que formaban parte del entramado del pacto constitucional de hecho y que lo hicieron posible en gran medida, han dejado de tener arraigo en la España de Zapatero.
Si, como afirman los medios de comunicación, en el PSOE discuten la oportunidad electoral de la denuncia de los Acuerdos, para ser finos y seguir el dictado del talante, a no pocos ciudadanos les sorprende la absoluta carencia de demanda social real, no de la ficticia de laboratorio, de esta propuesta, además de que no parece que tengan en cuenta que el Tribunal Constitucional se ha pronunciado varias veces a favor de la constitucionalidad de los Acuerdos. Claro que recurrir al Tribunal Constitucional después de la recusación es como predicar en el desierto.
Tendremos que empezar a pensar en la evidencia de que la construcción constitucional de España muta desde dos perspectivas que no siempre, pero tampoco en todos los casos, son compatibles: la vía de los hechos que presiona sobre la vía del derecho. Respecto a los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado tengamos en cuenta que existía ya la especie, en el sector más duro del partido socialista, de que hay que llevar a la Iglesia a la Ley de Libertad Religiosa y sacarla de ese paraíso terrenal.
Existe en el partido del gobierno un doctor Jekyll y un mister Hide religioso, representado, uno, por los más laicistas –Mayoral y cía– y otro por los cristianos socialistas, de cuyo nombre no me quiero acordar y que luego serán los encargados de explicarles el nuevo statu quo a los obispos. En la práctica, pese a que los segundos afirman estar trabajando no para que las aguas vuelvan a su cauce, sino para que lo tengan, lo que ha pasado hasta ahora es que quienes marcan las tendencias, más allá de oportunismo pre o post electoral, son los primeros, es decir, los que emborronan la pintura de la política social de Zapatero como leit-motiv de su ansiada y eufemística modernización.
En el último número de la revista Debate Actual, de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU, el que fuera protagonista destacado de los Acuerdos, don Marcelino Oreja Aguirre, declara:
Estos Acuerdos fueron novedosos porque cubrían todas las áreas. Hubo una fuente inspiradora que fue la que presidió el espíritu de la Constitución y las relaciones con la Santa Sede. Además, no se puede decir que los Acuerdos Iglesia-Estado sean anticonstitucionales, porque se ha tenido en cuenta el artículo 16 de la Carta Magna que recoge que la enseñanza religiosa no debe quedar escondida únicamente al espacio privado sino que tiene evidentemente una dimensión pública. Por otra parte, son conscientes de que, aunque en todo texto pueda haber diferencias de interpretación, los Acuerdos en sus cuatro ramas son perfectamente válidos jurídica y sociológicamente. Por eso, la denuncia de los Acuerdos sería un disparate porque responden al espíritu del año 76 y, además, en este momento son perfectamente conformes con lo que deben ser las relaciones entre la Iglesia y el Estado en un país de mayoría católica.
Tocar los Acuerdos supone, lo quieran o no, lo confiesen o no, lanzar un aviso de que las garantías jurídicas del ejercicio de la libertad religiosa y de las condiciones sociales de la Evangelización en España comienzan a estar en entredicho. Esta afirmación puede parecer exagerada, pero de lo que se está hablando en el fondo es de esta cuestión. Si no hiciera falta romper con este sistema garantista de la libertad religiosa, que por otra parte no responde al capricho ni al empecinamiento de la Iglesia por mantener un statu quo, sino a la respuesta lúcida a una realidad social, no estarían empeñados los laicistas más arraigados, éstos sí, del PSOE en denunciar lo que ha supuesto un seguro de vida para la paz y la tranquilidad social de España.
Hay quien no se ha dado cuenta de que, por mucho que digan que ha cambiado la sociedad española, hay realidades de especial sensibilidad. Una, sin duda la más importante, es la conciencia religiosa de muchos ciudadanos. Quien tenga oídos que oiga. ¿Se atreverá Zapatero a encender la traca final de los Acuerdos entre la Iglesia y el Estado?

http://iglesia.libertaddigital.com/articulo.php/1276233907

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