miércoles, octubre 17, 2007

Serrano Oceja, El Padre Raguer y los Martires de Monserrat

jueves 18 de octubre de 2007
EL MONJE NACIONALISTA CATALÁN
El Padre Raguer y los Mártires de Monserrat
Por José Francisco Serrano Oceja
Querido Padre Raguer, no tengo el gusto de conocerle personalmente, pero sí he tenido el disgusto de leer unas declaraciones suyas en el diario La Vanguardia del pasado once del presente cuyo titular era Muchos obispos son neofranquistas. No sé si ha dicho eso –al menos no he leído su rectificación– o, si no lo ha dicho, entiendo por el contexto de sus otras afirmaciones que lo titulado encaja en sus tesis historico-críticas.
Además, me consta por los archivos que cuando se produce alguna significativa beatificación de mártires españoles de la persecución religiosa, usted suele salir a la palestra para intentar echar algo de leña al fuego. He leído algunos libros suyos, de cuyo nombre no me quiero acordar, y tengo que decirle que sus declaraciones me producen perplejidad, estupor y no poco desconcierto.
Supongo que usted es monje benedictino en activo, además o pese a ser historiador. Es así como se acredita en la entrevista. Simplemente me gustaría recordarle algunas ideas que parece olvidar y que pueden llegar a hacerle pensar, si es que considera oportuno este ejercicio. En una entrevista sobre los mártires no pierde oportunidad para decir que muchos obispos, no dice algunos, ni pocos, son neofranquistas. Yo no sé a cuántos obispos conoce usted, quizá a los de Cataluña, por eso de tenerles más cerca, o quizá a los del resto de las diócesis europeas.
Es curioso, porque yo, que soy hijo de la Transición, hijo de una Iglesia postconciliar, y que conozco a algún obispo, si bien es cierto que no sé si a muchos o a pocos, me cuesta identificar a los neofranquistas. ¿Por qué no nos da algún nombre y así salimos de la duda? Sé de obispos que son padres y pastores; conozco obispo doctores en teología y en otras ciencias, con más o menos titulación académica, de una u otra espiritualidad, más dados a las sensibilidades espirituales o a las sociales, hijos de familia numerosa o hijos únicos, que estudiaron en España Roma o algún que otro país europeo, pero neofranquistas, sinceramente, no conozco a ninguno.
Hablando de obispos, afirma usted que "el episcopado español debería hacer algo que todavía no ha hecho: ¡pedir perdón por su complicidad y por su silencio con la represión franquista!". Añade, sin ruborizarse: "Si hoy critica la asignatura de Educación para la Ciudadanía, ¡es porque prefería educación para la ciudadanía franquista!". De verdad, Padre Raguer, y no es por hacerle una publicidad que no merece, ¿de verdad piensa eso? ¿Desde cuándo hace que no lee los documentos de los obispos españoles, de la Conferencia Episcopal, de las Asambleas Plenarias, de los Ejecutivos, de las Comisiones Permanentes? ¿O acaso lo único que lee son las actas de las checas y los boletines de los partidos comunistas y anarquistas de otros tiempos?
No sé si quiere tomarnos el pelo o piensa lo que dice sin pensar por qué lo dice. No voy a entrar en perspectivas teológicas, de comunión efectiva y efectiva; no voy a citarle ningún documento del Concilio Vaticano II, o ninguna conferencia del Padre Abad de Monserrat como, por ejemplo, la pronunciada en la catedral de Madrid con motivo de las bodas de plata episcopales del cardenal Rouco. Simplemente le pediría, por favor, que no manipule a la opinión publicada, que no mienta, que no cite el nombre y los nombres de la Iglesia en vano.
Añade usted que "el clero venía asociándose a la derecha tan estrechamente que la Iglesia y la derecha eran ya términos sinónimos para la gente. ¡Aquellos religiosos los mataron por pugna política, no por su fe cristiana! No son mártires, pues". Pues, querido padre Raguer, no voy a hablarle de los mártires de Turón, por ejemplo, hermanos de las escuelas cristianas que, entregados a los pobres de la comarca, la única política que conocían era la del Evangelio. Sólo le voy a preguntar, a usted que confiesa ser historiador, por los mártires de Monserrat, sí, los mártires en proceso de Beatificación de su convento, de su Monasterio. O acaso ha olvidado que, aunque ustedes retiraran en los años ochenta la Positio –el estudio– de la causa de beatificación de los mártires de Monserrat ahora, no hace mucho tiempo, la han vuelto a poner en marcha. ¿También los que le precedieron allí, bajo el manto de la Virgen, estaban entregados a la política derechista y no al Evangelio? ¿Cómo se le ocurrió a usted entrar en una casa sospechosa de connivencia con el franquismo?
No quisiera tener que recordarle, por ejemplo, la historia que monseñor Antonio Montero –¿acaso un obispo neofranquista?– escribió, en su libro sobre la persecución religiosa, sobre los mártires de Monserrat, páginas 228 y 229. Sólo le recordaré, para finalizar, unas recientes declaraciones del obispo de Urgell y secretario de la Tarraconse, monseñor Joan Enrique Vives –¿también obispo neofranquista, aunque sea por eso de ser co-príncipe?– en La Vanguardia, del domingo pasado: "Estos mártires fueron hombres y mujeres pacíficos, perseguidos y que sufrieron la muerte por el simple hecho de ser católicos. Quien afirme lo contrario desconoce aquel período histórico de Catalunya, cuando la libertad religiosa era totalmente conculcada y se desató una terrible persecución anticristiana bien planificada, según demuestra Jordi Alberti en El silenci de las campanes. La persecució religiosa durant la guerra civil (2007)".
Querido Padre Raguer, de verdad, doy por hecho que su confusión no será nuestra confusión. Suyo afectísimo en Cristo, José Francisco Serrano Oceja.

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