martes, octubre 09, 2007

Sectarismo cultural en Francfort

martes 9 de octubre de 2007
Sectarismo cultural en Fráncfort
LA Feria del Libro más importante del panorama internacional abre sus puertas en Fráncfort con la literatura catalana como invitada especial. Podría ser una magnífica oportunidad para desplegar ante los ojos del mundo la pujanza del sector editorial y la creatividad de sus autores. Sin embargo, el nacionalismo prefiere ofrecer una imagen limitada y parcial, porque la ausencia de autores en lengua castellana expresa una visión falsa de la realidad lingüística y deja fuera a escritores de primera fila, unos a causa del veto nacionalista y otros porque no se han prestado a la manipulación política. El director del instituto Ramón Llull plantea el «éxito» de Cataluña en Fráncfort como si fuera la puesta de largo de una cultura minoritaria que necesita los elogios de la prensa internacional. Muchos políticos adoptan la actitud de una supuesta nación sin Estado que implora las migajas del reconocimiento en vez de presentarse como la punta de lanza de una industria de primer nivel que cuenta con el respaldo de más de cuatrocientos millones de hablantes. El problema es que los nacionalistas acuden a la gran fiesta del libro con el único objetivo de insistir en los vínculos entre nación y cultura, un planteamiento impropio de la sociedad global que demuestra la ceguera intelectual de quienes son incapaces de superar el localismo y la estrechez de miras.
Siempre dispuestos a hacerse notar en los últimos tiempos, los ex presidentes Pujol y Maragall intentan defender lo indefendible. Por su parte, ERC controla la cultura desde su posición de fuerza en el tripartito, otorgando premios y castigos en función de la fidelidad política y no de la calidad literaria. Lo más triste es que muchos editores no tienen otro remedio que plegarse a estas exigencias ante la amenaza real de perder posiciones en el mercado. Es destacable, en cambio, la actitud valiente y sin complejos de los autores que se han negado a ser utilizados o que han alzado su voz para decir lo que todo el mundo percibe; esto es, que Cataluña -y, por tanto, la cultura española- pierden una ocasión única para brillar con luz propia en un mundo competitivo y en el que nadie regala nada. El sectarismo no tiene inconveniente en forzar la realidad cuando le conviene. Cataluña es una sociedad bilingüe, y ello se refleja en el panorama editorial, con la lógica diferencia entre el volumen de actividad y de beneficios empresariales que existe entre la segunda lengua de la cultura universal y un idioma circunscrito a límites geográficos muy concretos. Cualquier persona con una mínima sensibilidad valora como merece la trayectoria histórica y la vitalidad actual de la literatura en lengua catalana. Por eso mismo es exigible que no sea presentada ante el mundo como un producto menor que se promociona «en contra de» otra lengua mayoritaria y dominante. En lugar de sumar esfuerzos, los nacionalistas juegan de forma irresponsable con el dinero y el esfuerzo de todos, tal vez porque la cultura no les importa en absoluto.

No hay comentarios: