martes, octubre 23, 2007

Ricardo Macias, 61 años persiguiendo una entelequia

martes 23 de octubre de 2007
Pleno empleo
61 años persiguiendo una entelequia
Desacreditado en el mundo intelectual, el señuelo del "pleno empleo" sigue haciendo las delicias de los políticos. Eso es debido a que detrás del señuelo hay una apetecible presa: más recursos públicos.

Ricardo Medina Macías

Desacreditado en el mundo intelectual, el señuelo del "pleno empleo" sigue haciendo las delicias de los políticos. Eso es debido a que detrás del señuelo hay una apetecible presa: más recursos públicos.
Quizá cometo una imprudencia al recordar aquí que en 1946 se aprobó en Estados Unidos The Employment Act –que originalmente, un año antes, había nacido como "Ley de Pleno Empleo"– y que en 1978 se "perfeccionó" con la Full Employment and Balanced Growth Act, también conocida como la ley Humprey-Hawkins.
¿Por qué esto podría ser una imprudencia? Porque tal vez algún político curioso fuera de los Estados Unidos "descubra" que hoy para su propio país una "Ley de Pleno Empleo" inspirada en esos dos monumentos del voluntarismo político dispendioso e ineficaz, sería un gran éxito de mercadotecnia política. Eso, desde luego, a pesar del palpable fracaso, en el mundo real, de dichas iniciativas de estirpe keynesiana.
Prometer que el Gobierno generará, por vías directas o indirectas, unos cuantos millones de empleos, y que una "ley visionaria" le obligará a hacerlo es una estrategia que nunca falla en términos de rentabilidad político-electoral. En estos tiempos, pues, el peligro de que alguien desempolve esas viejas ocurrencias es altamente probable, pese a que la idea de que el Gobierno puede lograr esa entelequia, el pleno empleo, mediante crecientes inyecciones de gasto público está ampliamente desprestigiada entre los economistas serios.
La ley de 1946 decía que "es la política sostenida y la responsabilidad del Gobierno federal usar todos los medios practicables consistentes para (...) promover el máximo empleo, la producción y el poder de compra". La de 1978 precisaba –a la vista de que el desempleo cero había resultado inalcanzable– que se consideraría que el Gobierno federal había cumplido con dicha ley cuando el desempleo no sobrepasase el 4 por ciento y la inflación no superase el 3 por ciento; eso, a partir del año 1983. No se ha logrado esa meta de empleo, ni con alta ni con baja inflación.Cada año en esta época, cuando se discuten los presupuestos, hablar de empleos promovidos mediante paletadas de gasto gubernamental les llena la boca a los políticos. Todos juran que buscan el máximo de empleos y todos tienen la misma receta: ¡más recursos! Y el colmo: si uno les dice que esa receta ya la intentaron y fracasó, nos corrigen: "No es que haya fallado, es que faltaron recursos".

© AIPE

Ricardo Medina Macías es analista político mexicano

http://www.libertaddigital.com/opiniones/opinion_40028.html

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