miércoles, octubre 10, 2007

Ramon Jauregui, Resistir

Resistir
10.10.2007 -
RAMÓN JÁUREGUI

Del atentado de ayer de Bilbao, sólo cabe hacer una interpretación política: ETA quiere situarnos de nuevo en el viejo círculo de la tragedia terrorista. Su mensaje el 7 de junio, cuando declaró el cese del alto el fuego, fue determinante y sus acciones posteriores, concluyentes. Si no hubiera sido por la eficacia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado francés y español, podríamos haber tenido ya seis atentados con bombas, todos ellos de gravedad incuestionable. Lograron hacerlo en Durango y en Zarautz, y ayer en Bilbao. No cabe especular sobre las intenciones de ETA. Sus actos y sus palabras son los atentados terroristas y probablemente nos llevan a un periodo prolongado en el que la tragedia de la muerte y del terror rondará nuestras vidas.Se especula, sin embargo, sobre la dimensión de sus atentados, ¿quieren matar? ¿Seleccionarán a sus víctimas entre los representantes políticos? ¿Lo han querido hacer con Gabriel Ginés, intentando matarle a él o al concejal del PSE al que protegía? Yo tengo pocas dudas sobre este enésimo debate que algunos bienintencionados sostienen respecto a los límites personales que ETA podría haberse trazado para este nuevo periodo. Clara y rotundamente afirmo que ETA quiere provocar la muerte de sus enemigos sean estos policías, políticos, empresarios, jueces, periodistas Seguramente nos encaminamos a una estrategia terrorista más limitada por las dificultades operativas por las que atraviesa la banda, pero no por sus intenciones. Quiero creer también que ETA evitará atentados masivos pero no eludirá la agresión directa utilizando los medios con menos riesgos para sus comandos. A ETA le basta con mantener un nivel de acciones terroristas que le permita levantar acta de su existencia y de su permanencia. «Son la expresión del conflicto», les gusta decir a ellos, «el tumor maligno de nuestro cuerpo social», me gusta decir a mí. De manera que, nada nuevo bajo el sol. Ahora toca mantenerse firmes, reclamar unidad democrática y lealtad institucional, al PP y al Gobierno vasco, respectivamente. Y aplicar la ley bajo el principio democrático de que la represión del entramado de la violencia incluye sus estructuras políticas porque hace ya algún tiempo que dijimos que con violencia no cabe la política en nuestra democracia.Por cierto, acertamos entonces y acertaremos ahora.

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