lunes, octubre 22, 2007

Pablo Sebastian, El PSOE enarbola la bandera del Rey

martes 23 de octubre de 2007
El PSOE enarbola la bandera del Rey Pablo Sebastián

El partido de las dos Españas que pretendía tener ganado el PP agitando la bandera nacional, con la que pretendió inundar las calles de Madrid, ha sido empatado astutamente por Zapatero y el PSOE en el segundo tiempo de tan singular encuentro, gracias al filón que el Gobierno y sus medios afines han encontrado en los sorprendentes ataques que, desde la derecha española enraizada en el PP, se lanzaron contra el Rey Juan Carlos, mientras los nacionalistas más radicales quemaban las fotos del monarca.
La demencial e irrespetuosa embestida de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, increpando al Rey en un almuerzo celebrado en el Palacio Real, ha inundado los medios de comunicación, y se ha convertido en la ruidosa traca final de este llamativo espectáculo en el que también participaron: la Conferencia Episcopal, a través de su cadena de radio la COPE, pidiendo la abdicación del Rey por boca de su primer locutor, Federico Jiménez Losantos —que lleva meses cargando contra la familia y la Casa Real—; y el PP, desde donde otro asiduo hablador de la COPE y eurodiputado popular por la gracia de Aznar, Luis Herrero, ha publicado un libelo donde se ataca al Rey y al ex presidente Adolfo Suárez.
Y, con semejante munición a su alcance, el PSOE y sus medios afines no han perdido la oportunidad de presentarse ante los españoles como los más ardorosos defensores y abanderados de la monarquía y del Rey, que encarna, como lo dice el sector más moderado del PP y la propia Constitución, los valores de la Transición, la unidad de España y la más alta representación del Estado. Y con semejante e invulnerable escudo de españolidad, como lo es el del Rey, ¿quién puede decir ahora desde el PP que España se rompe, que se ataca al monarca y que está en peligro el consenso y los pactos de la Transición, como llevan diciendo desde hace meses los portavoces del PP?
Además de estos ataques al Rey, oriundos de zona del PP, hay que añadir otras incidencias importantes como: la machada de Jaime Mayor Oreja haciendo apología del franquismo; las luchas internas del PP por las listas electorales de Madrid, Valencia y Toledo, entre otras; la ya inminente sentencia de los atentados del 11M, que caerá sobre las cabezas de Acebes y Zaplana y sus doscientas preguntas sobre la conspiración; el regreso a la guerra de Iraq, donde Arístegui y Aznar siguen justificando las mentiras y los horrores de esa guerra ilegal; y la reaparición en tromba del propio Aznar al primer plano del debate político y de los medios de comunicación con el discurso de “la nación está en crisis”.
Lo que junto y sumado se convierte en una fantástica cortina de polémicas y errores políticos tras la que el PSOE oculta sus graves desafueros de la legislatura, al tiempo que enarbolan la bandera del Rey. Y mientras tanto, Rajoy, intenta, a duras penas y con escasa fortuna —su vídeo llamamiento nacional a favor de la bandera de España tampoco fue un éxito— alzar la voz por encima de semejante melé de su partido sobre la que espera plantar, a mediados de noviembre en la Convención del PP, su alternativa y programa electoral para las elecciones del 2008.
Lo que le será difícil de llevar a cabo si continúa el ruido y el espectáculo en el seno del PP, en lugar de producirse un silencio general para apoyar al líder y dejarle conducir a su partido hasta las elecciones, sin más incidentes de recorrido, lo que está por ver. Porque entre las ambiciones de unos y la falta de autoridad de otros va a ser difícil que Rajoy pueda reforzar su ya dañado liderazgo si no existe, previamente, un pacto de hierro, decidido y explícito por parte de todos los dirigentes y barones del PP. Y, sobre todo, si desde los altavoces mediáticos, como la COPE, que se arrogan solos la portavocía del PP siguen con la bronca nacional, mientras desde FAES se bombardea al electorado con dramáticos mensajes que alejan al PP de ese idílico y decisivo lugar del centro político, que nadie, ni siquiera el PSOE, está al día de hoy en condiciones de ocupar.

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