martes, octubre 09, 2007

Mila Beldarrain, Alquimia y nanociencia

Alquimia y nanociencia
09.10.2007 -
MILA BELDARRAIN

Debo confesar que mi imaginación calenturienta anda revuelta. Navego, diminuta y minúscula, en la 'Nigredo', primera etapa de la alquimia, danzo una extraña danza en la segunda fase, 'Albedo', mientras la Beatriz de Dante me guía hasta la 'Rubedo', en donde alcanzo, por fin, el 'cuerpo de diamante'. Y de todo esto tiene la culpa la nanociencia. Presiento que la obra magna, 'opus magnum', del alquimista ha resurgido de las cenizas como el ave fénix. Transmutación, susurran voces misteriosas. La nanotecnología engloba las ciencias y técnicas que se aplican a nivel de nanoescala, o sea, en unas medidas tan pequeñas, 'nanos', que permiten manipular las estructuras moleculares de la materia y sus átomos, con todo lo que eso supone. Estamos en la frontera de una nueva era. Ya se puede modificar la dirección de la luz y vamos a poder camuflar los objetos, es decir, hacerlos invisibles para nuestros ojos. El oro, el oro filosofal, ese metal noble que no reaccionaba químicamente a otros compuestos, ahora va a cambiar de color. Es verdad, la ciencia y la técnica avanzan, aunque a veces galopen en compañía de Los Jinetes del Apocalipsis (los rusos han construído lo que ellos llaman el padre de todas las bombas atómicas). Transmutación, alquimia. Sin embargo la alquimia era además una búsqueda espiritual, era profundizar en el conocimiento de uno mismo y de Dios. El alquimista, queriendo redimir a la naturaleza, se redimía a sí mismo. Ojalá que la nanociencia, hurgando en lo diminuto, descubra también la manera de sensibilizar nuestro yo más profundo y nos ilumine para ser más sanos por fuera, y más sabios y más buenos por dentro.

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