viernes, octubre 19, 2007

Michelle Malkin, Niños como escudos humanos

viernes 19 de octubre de 2007
Partido Demócrata
Niños como escudos humanos
Los desesperados demócratas invocaron sin vergüenza alguna la Absoluta Autoridad Moral de la baza infantil para atacar a sus críticos por "atacar a los niños".

Michelle Malkin

Hace algunas semanas, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, atrajo a dos niños al foco de la atención pública para que le ayudaran a aprobar el programa de expansión masiva del sistema sanitario público. Gemma y Graeme Frost, de 9 y 12 años respectivamente, resultaron heridos de gravedad en un accidente de tráfico hace tres años. Sus padres recibieron ayuda médica gracias al programa de seguro médico para niños de Maryland, enfocado a personas de pocos recursos. El veto del presidente Bush a la ley patrocinada por Reid no cambia eso y ahí está el problema.
Ya que los legisladores progres no pueden defender honestamente sus planes de expansión gubernamental como auténtica ayuda a losnecesitados, se han rodeado de la familia Frost y otros escudos humanos infantiles con el fin de eludir cualquier escrutinio serio. Mientras presionaban para conseguir el número de votos suficiente para invalidar el veto presidencial, algo que finalmente no lograron, los desesperados demócratas invocaron sin vergüenza alguna la Absoluta Autoridad Moral de la baza infantil para atacar a sus críticos por "atacar a los niños".
Después de que Graeme Frost, de 12 años, leyese el discurso demócrata estándar, escrito para él por empleados de los senadores, los conservadores del foro FreeRepublic.com y de todo Internet se hicieron las preguntas sobre la situación financiera de la familia que los medios de comunicación "de referencia" jamás se plantearán. La pareja afirmó disponer de unos ingresos anuales combinados de alrededor de 45.000 dólares. Ni los demócratas ni el Baltimore Sun indican cómo verificaron esa afirmación antes de difundirla.
Lo que sí se puede comprobar es que los Frost son propietarios de una casa en Baltimore adquirida por 55.000 dólares hace 16 años y que ahora tiene un valor estimado de 300.000. No es mal patrimonio. Además, el padre de los niños, Halsey Frost, posee propiedades inmobiliarias comerciales y una pequeña empresa, pero eligió no adquirir seguro médico ni para él ni para su esposa, a la que contrató como empleada. Al parecer, ahora ella trabaja como freelance en una editorial de publicaciones médicas, que tampoco ofrece seguro.
Tanto Gemma como Graeme asisten a escuelas privadas; los Frost tienen otros dos hijos en edad escolar. El personal de Harry Reid asegura que Gemma y Graeme reciben ayudas para pagar sus matrículas. Pero no está claro cuando recibieron esas becas o si los otros dos también las reciben. Además, la familia Frost viene de un entorno acomodado. El abuelo materno de los niños era ejecutivo e ingeniero. Los paternos proceden del rico barrio de Bronxville, Nueva York, donde el abuelo es un destacado consultor de gestión y mantenimiento de edificios y presidente de la junta de planificación del municipio.
En otras palabras: las arcas públicas no son el último y único recurso de Halsey Frost. El accidente fue horrible. Los niños se merecen nuestra solidaridad y nuestra compasión. Pero esta familia tomó sus propias decisiones, que tuvieron unas consecuencias. Los contribuyentes con menos recursos que la familia Frost no deberían ser obligados a subvencionárselas.
Los Frost afirman que adquirir un seguro les costaría más que su hipoteca, que supuestamente es de 1.200 dólares al mes. Pero los bloggers especializados en seguros encontraron rápidamente planes disponibles para una familia de seis con primas tan reducidas como 452 dólares al mes. "Eso es casi un tercio del precio citado en el artículo del Baltimore Sun – escribió Bob Vineyard en el InsureBlog – ¿Es que nadie se molesta en comprobar los hechos?”
En lo que a los iconos infantiles de los planes de salud demócratas se refiere, la respuesta es no; no se verifican. Graeme y Gemma Frost no son los primeros símbolos políticos explotados por los partidarios izquierdistas de la sanidad socializada:
En 1996, Hillary Clinton se apoyó en la joven Jennifer Bush, una niña de 7 años con misteriosas dolencias a la que su madre instruyó para presionar en favor de la sanidad universal. Echaron mano de Jennifer para que regalara a los Clinton un dólar de plata de la suerte "para que todo el mundo pudiera tener un buen seguro médico". La madre de Jennifer fue más tarde procesada por abusos infantiles con agravantes y fraude a la seguridad social por esconder ingresos de 60.000 dólares en los formularios de Medicaid.
En el 2000, Al Gore recibió el respaldo de la anciana viuda Winifred Skinner para atacar los elevados precios de las medicinas. Gore repetía lo que ella decía, que tenía que recoger latas de las cunetas para pagarse los medicamentos. Dan Rather dijo que debería era un icono de lo que provocaban los altos precios de los fármacos. Pero había un problema: el propio hijo de Winifred, el acaudalado empresario Earl King, refutó esas afirmaciones.
En el 2004, John Kerry se apoyó en Mary Ann Knowles, una enferma de cáncer de mama de la que dijo que "tuvo que seguir trabajando día tras día inmediatamente después de su tratamiento de quimioterapia, sin que importara lo enferma que se sintiera, porque le aterrorizaba perder el seguro médico de su familia". El editorial del conservador Manchester Union Leader informó: “Knowles eligió trabajar durante la mayor parte de su quimioterapia, si bien no toda, porque su marido estaba desempleado... Ella y su marido John no quisieron afrontar la reducción de ingresos que habría supuesto el dinero de la paga de la baja por incapacidad, de modo que Mary Ann siguió trabajando."
A los demócratas les duele profundamente no poder vender ya su propaganda del estado niñera sin ser cuestionados. Harry Reid ya ha estado de rabieta, atacando a los mensajeros que pusieron sobre el tapete el abuso en el empleo de iconos fraudulentos. He aquí una receta gratuita para nuestros políticos: madurad.

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