martes, octubre 09, 2007

Marcello, Revilla destapa el enfado del Rey

miercoles 10 de octubre de 2007
Revilla destapa el enfado del Rey

Mientras estamos a la espera de que Jiménez Losantos nos explique, en aras de la transparencia informativa, cuánto dinero ha metido el Pocero de Seseña en sus negocios particulares (fuentes próximas al de Seseña hablan de ¡seis millones de euros!, ¡mil kilos!, en vez de tres), y cuando seguimos esperando que el hada madrina de Federico, Esperanza Aguirre, cuente: la intervención de Hacienda en el Canal de Isabel II; si es verdad que quieren enchufarle al Pocero el agua del Canal a través de Ciempozuelos; y sus artes malabares contra el ABC. Y así, mientras seguimos a la espera de conocer las andanzas y las intrigas de este clan, mire usted por dónde, ha tenido que ser el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien descubriera, en Punto Radio tras una audiencia con el monarca, que el Rey está indignado y preocupado con los ataques que le lanzan desde la COPE, la cadena de la Conferencia Episcopal. En clara referencia al famoso mandril, el socio del Pocero y el protegido de Aguirre, Federico Jiménez Losantos.
El que no para de despotricar contra la monarquía —su última alusión, tras pedir la abdicación del Rey, fue la de “los Borbones ni aprenden ni olvidan, ¿por qué hay que apoyarles?”—, en plena campaña de acoso al Rey por las minorías nacionalistas, que le importuna menos al monarca en contraste con el descrédito que le puede producir el que la Conferencia Episcopal esté apoyando un furibundo ataque a la Corona. Lo que explica las últimas y empalagosas declaraciones de los cardenales Rouco y Cañizares en apoyo del Rey —y suponemos que contra ellos mismos, que lo consienten— para intentar contrarrestar los ataques del mandril, que ahora dice que Cañizares está “manseando”.
Como en privado va presumiendo este locutor de haber causado un daño irreparable al ABC con su infame campaña contra el diario monárquico y su director José Antonio Zarzalejos, al que llenó de insultos personales y profesionales nunca vistos en el periodismo español. A lo mejor pensando que algún día él mismo puede ser el director de ese diario —para pedir desde su cabecera la abdicación del Rey—, del que lo echó Luis María Anson, y al que a lo mejor pretende volver disfrazado de pirómano-bombero con la ayuda de Aguirre, de la que se dice que también está en esta conspiración, como en la de sustituir a Rajoy. Y que ha llenado de favores (o licencias) al mandril, como dio contratos millonarios de televisión a El Mundo, y tiene colocados a los de La Razón en Telemadrid. Y que es experta —tenemos las pruebas— en meter su larga mano en los medios de comunicación, como se aprecia en la cadena pública madrileña, espejo de su presunto liberalismo.
La condesa Aguirre, que desde la aristocracia consorte promociona al loco que pide la abdicación del Rey y que anda jugando al póquer y promoviendo toda clase de intrigas en el campo mediático en la compañía de Alberto Recarte (otro miembro del virtual “Club liberal o te lincho”). La presidenta de Madrid que ahora la tiene tomada contra el ABC —a pesar del trato más que exquisito y generoso que le ofrece el diario—, no sabemos bien por qué. Si porque quiere mangonear toda la prensa nacional del centro derecha para su escalada en el PP; o por su estrecha y extraña relación con el mandril de la COPE, porque nadie consigue adivinar quién es el íncubo y quien es el súcubo en la apasionada relación. Y puede, también, porque no olvida el ataque de cuernos que sufrió en aquel desayuno-coloquio del diario ABC en el que Gallardón pidió a Rajoy un sitio en las listas al Congreso del PP.
En fin, a lo que íbamos, el Rey está enfadado con los infames ataques de la COPE, y suponemos que con la Conferencia Episcopal, el nuncio de Su Santidad, la presidenta de la Comunidad y con toda la banda protectora del mandril. Y se comprende que, ante el riesgo de que los obispos le pongan a semejante y agresivo simio un bozal, los de su clan le estén buscando ya un posible acomodo para continuar con su discurso demencial (a lo mejor se conforma con lo de morir matando al adversario) y disfrazado de pirómano-bombero. Aunque visto el personaje —que gusta de sacarle defectos físicos a los demás, a la ministra Salgado la ha llamado “apología de la anorexia” y que se debe acicalar en los espejos del callejón del gato de Valle Inclán—, tenemos la impresión de que lo suyo será actuar en la cuadrilla del Bombero Torero, para divertir al personal.

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