miércoles, octubre 10, 2007

Luis Pousa, Sobresaltos fingidos

LUIS POUSA
CELTAS SIn FILTRO
Sobresaltos fingidos

Nada tiene de disparatado que la Xunta de Galicia haya decidido abrir una oficina de representación en Buenos Aires, la ciudad en la que más emigrantes gallegos y descendientes de emigrantes gallegos viven. De hecho, la capital de Argentina, también llamada la Quinta Provincia, fue considerada la ciudad más grande de Galicia: nada menos que 500.000 hijos de Breogán poblaban sus calles, sin perder la noción de su origen, aunque, como en todo, algún descastado haya habido. Pero él se lo perdió.
No muy lejos de la metrópoli bonaerense, en la otra margen de Río de la Plata, se ubica Montevideo. La capital uruguaya es urbe de acogida de una nutrida colonia gallega, que ya va por unas cuantas generaciones, como bien puede atestiguarlo un ilustre descendiente suyo: Tabaré Vázquez, presidente de la República Oriental de Uruguay. Y más al norte se encuentran las megápolis de São Paulo y Río de Janeiro, del vecino Brasil, en donde la huella galaica tiene pisada.
Cruzando todos esos factores y otros que no vamos a abundar en ellos, la elección de Buenos Aires como sede representativa de la Xunta resulta acertada. Y, desde luego, la iniciativa es en todo punto defendible, aunque sólo sea por algo tan simple y, a su vez, tan olvidado, como que los emigrantes, es decir, los residentes ausentes, son tan administrados como lo somos los de aquí.
En consecuencia y dadas las circunstancias concurrentes, nada más lógico que la Administración autonómica apueste por acercarse a ellos, a los miles de gallegos que trabajan al otro lado del charco, con una sede estable, dotada de los pertinentes servicios administrativos y a cuyo mando esté una persona capaz de gestionarla y, lo que no es menos importante, de representarla. Lo del estatus representativo no es cuestión baladí, pues sirve para abrir muchas puertas de los despachos oficiales de esos países.
Nada que ver, por tanto, con aquella precariedad de medios con la que los anteriores responsables de las relaci0nes con la emigración afrontaron el reto de racionalizar, asentar y formalizar los servicios a los administrados del exterior. Algo imposible en aquellas condiciones, cuyas carencias estaban en el origen mismo de las irregularidades.
Así que, por este lado, también las condiciones objetivas sugieren una mejora significativa, respecto a etapas anteriores, en los procedimientos y en los mecanismos de relación administración-administrado, así como en la agilización y transparencia de los trámites. Cuestión resaltable, al margen de los juicios de intenciones y de la incidencia que pueda tener en los sobresaltos fingidos la proximidad de las elecciones generales.
Mentada la bicha electoral, no vendría mal recapacitar sobre algunas de las denuncias más pintorescas de estos días. No tendría mucho sentido que el presidente Touriño no aprovechase su viaje al sur iberoamericano para compartirlo con los emigrantes, y contarles algunas cosas. Entre otras, que el Gobierno central tiene previsto aprobar la reforma del Código Civil que le permitirá a los nietos de los emigrantes en el exterior obtener la nacionalidad española.
Se entiende que el PPdeG juegue a llevarle la contraria al presidente, pero a cuento de qué viene tan excesivo griterio en el BNG. Cómo se explica esa dualidad del socio que hace de oposición por horas.

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