lunes, octubre 08, 2007

Lorenzo Contreras, Estrategica piel de cordero

martes 9 de octubre de 2007
Estratégica piel de cordero Lorenzo Contreras

La actualidad política sigue alimentándose de ese episodio, ciertamente mayúsculo, que ha sido la detención y encarcelamiento de la mayor parte de la cúpula dirigente de Batasuna. Tras una etapa de negociaciones con el Gobierno, todo lo actuado se ha desecho, al menos en apariencia, con ETA inicialmente en actitud pasiva, como si lo ocurrido formara parte de un guión convenido y preestablecido. La banda ha guardado, desde el punto de vista de su mensajería, un curioso silencio, mientras se intensificaban los incidentes de la kale borroka. Zapatero parece haber calculado los riesgos electorales que para su causa se derivarían de su propio sistema de concesiones a la organización terrorista. Le ha parecido necesario ofrecer, al menos temporalmente, una nueva imagen que se prolongaría hasta las elecciones generales de marzo.
Su estrategia de actuación ha consistido en “movilizar” a Baltasar Garzón, cuya identidad actual, teniendo en cuenta los antecedentes, respondería a la ecuación que el famoso juez estrella ha consolidado: Garzón = Mayor + Rubalcaba. En términos menos crípticos esto significa que Garzón se entendió con Mayor Oreja, en tiempos de Aznar, y ahora lo hace con Rubalcaba, que sigue teniendo, en su actual penumbra política, mucho que ver con las decisiones que se toman en la Moncloa.
La diferencia entre Garzón y Marlaska consiste en que el primero es un juez colaborador del poder y el segundo emplea su severidad en auxilio de sus propias convicciones.
Ahora, en esta especie de situación indefinida, ETA es una obligada referencia de fondo. En realidad tiene la clave para entender lo que ocurre. Desde su brazo civil se ha manifestado que las detenciones operadas en Batasuna constituyen una “declaración de guerra”. Pero el “alto mando” se ha limitado hasta el momento a observar el curso de los hechos. A la banda tiene que inquietarle el riesgo de que Zapatero pierda las elecciones de marzo. Ningún otro poder en Madrid puede resultarle tan lucrativo como el que representa el “chico leonés”, hoy empeñado en dignificar su propio tratamiento público. O sea, Zapatero ya no quiere ser ZP o Zetapé. Un poco de seriedad, viene a decir.
Si es verdad que ETA, que no pierde de vista los coqueteos políticos del PNV con el Gobierno, “cuida”, pese a todo, sus puentes con Zapatero, esto puede significar que la respuesta armada de la banda no llegará a producirse antes de marzo, aunque en los “protocolos” pactados bajo cuerda con el Gobierno figure algún catálogo de “accidentes” que podrían registrarse. No se olvide que uno de estos accidentes fue el de la terminal T–4 del aeropuerto de Barajas.
Por tanto, la pretendida “declaración de guerra”, invocada por el entorno de la banda, ofrece pocas posibilidades de materializarse en los términos que ETA sabe perfectamente asumir. Ya ha resultado significativo que en la redada de dirigentes batasunos haya quedado exento Pernando Barrena, cuyas reuniones con “expertos internacionales en resolución de conflictos” se han intensificado en las últimas fechas.
Zapatero, que no Zetapé, ha preferido ponerse hasta marzo la piel del cordero. Ahora se erige en supremo defensor político de la monarquía, a la que tanto ha procurado quebrantar. Es una actitud emparentable con su inesperado mensaje de respeto a la bandera, por cuyo símbolo en tan escasa medida a mostrado interés hasta hoy.
Y es que marzo es marzo. Y sus idus le mantienen alerta. La versatilidad del presidente del Gobierno va resultando antológica. Ahora, a propósito de la redada policial, ha inspirado desde el PSOE esta advertencia, con independencia de quién la formule: “El que la hace, la paga”. ¿De veras?

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